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      PIERRE AMAR

      FUERA DE SERVICIO

      EDICIONES RIALP

      MADRID

      Título original: Hors service

      © 2019 Groupe Elidia. Éditions Artège. París.

      © 2020 de la versión española realizada por MIGUEL MARTIN,

      by EDICIONES RIALP, S.A.

      Colombia, 63, 8º A, 28016, Madrid

      (www.rialp.com)

      No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopias, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

      Realización ePub: produccioneditorial.com

      ISBN (edición impresa): 978-84-321-5272-6

      ISBN (edición digital): 978-84-321-5273-3

      Lo que hace que la vida esté cargada de sentido,

      no es la extensión, la cantidad,

      sino la intensidad, la fuerza de las experiencias vividas.

      Romano Guardini, Las edades de la vida.

      Lo que me sucederá hoy, Dios mío,

      yo lo ignoro. Todo lo que sé es que no me pasará nada

      que vos no hayáis previsto desde toda la eternidad.

      Eso me basta, Señor, para estar tranquila.

      Oración diaria de Madame Élisabeth,

      hermana de Luis XVI.

      ÍNDICE

       PORTADA

       PORTADA INTERIOR

       CRÉDITOS

       CITAS

       INTRODUCCIÓN

       I. ÉL, CONMIGO

       ESO SE VA A PASAR

       ESTO NO SE PASA

       DEJARLO TODO

       ¿POR QUÉ DIOS PERMITE ESTO?

       DIOS ES GRANDE Y EL CIRUJANO ES SU PROFETA

       LA PRUEBA DE LA NOCHE

       EVACUACIÓN SANITARIA

       ¿A QUÉ SE DEDICA USTED?

       DESNUDEZ

       EL DÍA DEL SEÑOR

       ¿CREE QUE ESTÁ EN UN HOTEL?

       ORACIÓN

       II. ELLOS

       EL BALLET DE LAS BATAS Y EL DESFILE DE LOS TECHOS

       FRATERNIDAD

       DAÑOS COLATERALES

       CONECTADO

       TRANSFUSIÓN

       VISITAS

       ¡NO TE HAGAS LA VIEJA!

       CELIBATO

       UNCIÓN DE ENFERMOS

       ALEGRÍA

       III. DESPUÉS

       EL DÍA DESPUÉS

       “MI CASA”

       ¡ESTO ES BUENO!

       AL ATARDECER DE ESTA VIDA

       USTED ME SOSTIENE, ¿EH?

       VIAJES, VIAJES

       REGRESO A LA PARROQUIA

       ORACIÓN

       CONCLUSIÓN

       AUTOR

      INTRODUCCIÓN

      «EN CASO DE DIAGNÓSTICO o de pronóstico grave, ¿a qué persona de su entorno hay que avisar?». La pregunta, aun formulada en un tono neutro, me sobresalta. Muy profesional, la secretaria médica no reacciona.

      La cuestión es ciertamente habitual en un servicio de cirugía. Pero es la primera vez en mi vida que me la plantean, pues nunca fui hospitalizado. Acostado en mi cama, me enderezo para ver el documento. Mala idea: eso tensa la larga cicatriz que cruza mi abdomen de arriba abajo. En unos días, se va a abrir por segunda vez. Esbozo un ligero gesto de dolor y echo una mirada al soporte para goteo intravenoso, testigo silencioso de la escena. Desde hace algún tiempo, los productos y los tubos se multiplican. «Esta vez va en serio», me digo yo. Doy un nombre, el del padre Genouville, que tendrá un papel esencial en los meses que vienen. Lo llamo algunos minutos después para contarle la escena y decirle que el es afortunado elegido. «Si me pasa algo, te llamarán a ti. Ah sí, hay un sobre en tal sitio, en caso de que…». Curiosa conversación en la que debo formular, sobre todo para mí mismo, la eventualidad de una sencilla despedida.

      Memento mori, dice la antigua sabiduría cristiana. Acuérdate de que vas a morir. ¿La muerte? ¡Yo la conozco! Ya he visto cadáveres. He cerrado los ojos de personas fallecidas. Yo entierro con frecuencia tres o cuatro veces por semana en una de mis dieciocho iglesias. Consuelo y acompaño a familias desde hace más de dieciséis años. La muerte es una realidad en la que ya he pensado. Pero así, de golpe, compruebo que se trata de la eventualidad de mi muerte. Eso lo cambia todo. Se me creerá o no, no tengo miedo. Soltero, sin hijos, no dejaré a nadie desprotegido. Mejor aún, veré a Dios, y eso ¡es en todo caso una buena noticia! Y después, sobre todo, es una perogrullada, sé que no sufriré más. «Ya no habrá llantos ni penas, pues el antiguo mundo habrá pasado», dice un hermoso canto. He previsto que se cante eso en mi entierro; está indicado en el famoso sobre. No tengo miedo a morir, cierto. Pero miedo a sufrir,

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