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      Este tiempo de conexión espiritual pura con lo Divino no está solo “por venir”, sino que está “aquí y ahora”, dice Jesús. La presencia misma de Jesús cambia el concepto mesiánico judío de anticipación del reino de Dios en la tierra a una disposición de realización presente. ¿Y qué se va a realizar ahora? ¿Qué dice Jesús que está inaugurando con su venida? Una espiritualidad que trasciende cualquier sistema religioso.

      La espiritualidad, la fe, que Jesús vino a traer no depende del lugar o del procedimiento, sino de una relación interna con Dios. Dios está más allá de cualquier templo o etnia, y aquellos que lo adoren aceptando ese rasgo de irreligiosidad deben abrazar esa realidad (más sobre este concepto en la parte 2). La clave para superar las barreras religiosas que impiden la unidad es eliminar la religión como nuestra principal fuente de identidad. Las formas externas pierden sentido cuando abrazamos y cultivamos una relación interna de amor padre-hijos entre Dios y nosotros. Dios no es solo el Gobernante de un cosmos; él es el padre de una familia. Jesús desafió a esta mujer a cruzar las fronteras de su religión enfocada físicamente en su familia espiritual. Creo que hoy nos ofrece la misma invitación.

      Pocas cosas requieren más coraje y humildad que repensar nuestra propia cosmovisión. En la medida en que hayamos establecido nuestra identidad en un marco específico, puede sentir que estamos perdiendo nuestro sentido del yo al cuestionarlo. Quizás es por esto que Jesús le habló de la necesidad de “nacer de nuevo” a un hombre religioso arraigado en su propia cosmovisión (ver Juan 3: 18).4 Sí, podemos lamentar la pérdida de nuestra antigua identidad, pero hay una nueva vida al otro lado de ese proceso de muerte y resurrección personal.

      Soy una de las personas de un sector cada vez más numeroso cuya vida fue tocada por la espiritualidad irreligiosa del rabino de Nazaret. Al mismo tiempo, me entristece profundamente —y, a veces, me enoja— la variedad de formas en que una religión que lleva su nombre ha codificado su enseñanza y conceptualizado e institucionalizado su ejemplo, por lo que a menudo pierde su mensaje.

      Estoy convencido de que, correctamente entendido y plenamente abrazado, el mensaje de Jesús puede transformar nuestras vidas de una manera que ninguna religión jamás podría. Entonces, cuando alguien me dice: “Soy espiritual pero no religioso”, imagino que Jesús suspira de alivio.

      Al mismo tiempo, convertirse en una persona espiritual o de fe nunca debe ser un fin en sí mismo. Nuestro objetivo no debe ser simplemente “tener fe” ni “ser espiritual” como si valiera la pena perseguir esos ideales por sí mismos. La fe y la espiritualidad son conceptos que conectan, que describen la conexión que podemos tener con algo o alguien más allá y dentro de nosotros mismos. Nuestro mundo está lleno de personas que dicen “soy espiritual”, como si la espiritualidad fuera su objetivo; eso que han estado buscando toda su vida. Son como las personas que se describen a sí mismas como “románticas” en los sitios de citas por Internet, pero que nunca tienen a nadie en la vida con quienes ser románticas. Su “romance” es solo un ideal vacío sin una relación dentro de la cual lo puedan expresar. El hecho de que lloremos cuando vemos películas o leemos novelas no significa que seamos románticos; eso solo significa que somos sentimentales. Al mismo tiempo, que no nos guste la religión no significa que seamos espirituales. La pregunta es ¿con quién eres espiritual?

      De la misma manera, la fe se trata de dos personas involucradas en una relación basada en la confianza. La fe funciona en una vida humana como una ventana funciona en un hogar. Una ventana no es algo que se cuelga en una pared para que se vea como una imagen, sino que es un espacio para mirar a través de él la belleza exterior. Una ventana no es hermosa en sí misma, y mirarla sin observar lo que se contempla gracias a ella cancela el sentido que tiene. Del mismo modo, la fe en sí misma nunca es la meta final. No me considero una “persona de fe”, sino un seguidor de Cristo, y ese acto requiere fe.

      Abraham Joshua Heschel refleja este sentimiento cuando escribe:

      El tema de la oración no es la oración;

      El tema de la oración es Dios.5

      La fe, como la oración, debe ser una forma de conectar con Dios. He hablado con muchas personas que buscan espiritualmente y que luchan para encontrar alguna satisfacción porque usan la ventana de la fe más como un espejo. Han visto su propio reflejo en el cristal de la ventana y se han olvidado de ajustar su profundidad de enfoque, de mirar más allá de ellas mismas para ver la belleza que las rodea, la belleza que es Dios. En la actualidad hay muchos libros, seminarios y cursos disponibles, muchos de ellos muy populares, que solo fomentarán esa tendencia a usar la ventana de la espiritualidad más como un espejo. Después de todo, ¿no somos nosotros nuestros sujetos favoritos? Pero la fe es demasiado preciosa como para que el narcisismo la aborte.

      Así que, si te consideras una persona espiritual, permíteme darte un consejo ahora que estamos al comienzo de este libro. Usa la ventana de la fe para ver más allá de ti. Ajusta tu profundidad de enfoque. Mira a través de la ventana. Otros dispositivos, además de la espiritualidad, pueden funcionar como mejores espejos, si eso es lo que está buscando; pero si estás leyendo este libro, confío en que estás buscando algo más que un mero reflejo. La verdad es que te ves bien. Te sienta bien la manera en que has peinado tu cabello. No tienes nada desagradable atrapado entre tus dientes. Ya podemos dejar de contemplarnos a nosotros mismos. Miremos por la ventana para ver qué hay allá afuera.

      ¿Eh? y R

      1. Al igual que la palabra tronco, la gente usa la palabra religión para significar cosas diferentes. Para los propósitos de este libro, estoy usando la palabra religión para referirme a “confiar en los sistemas o instituciones como nuestro conducto a Dios”, y uso la palabra espiritualidad para referirme a “una conexión directa con lo Divino”, resumido en el uso que Jesús hace de la palabra fe, una palabra relacional que significa “confianza”.

      ¿Cuál ha sido tu experiencia con la religión?

      ¿Cuál ha sido tu experiencia con la espiritualidad?

      ¿Cuál, si hubo alguna, ha sido tu experiencia con Jesús?

      2. ¿De qué manera has observado que la gente “lame la copa” en nuestro mundo de hoy?

      3. En Juan 4, Jesús dice que Dios quiere que la gente lo adore “en espíritu y en verdad” (4: 24). ¿Qué crees que describe cada una de esas cualidades?

      4. Haz una autoevaluación honesta. ¿Qué tan fuerte es la tendencia a quedarse en los problemas relacionados con la “copa”? Esto puede darse de dos maneras:

      Tus actitudes, ¿muestran que tiendes a lamer cualquier copa para refrescarte espiritualmente?

      ¿O tiendes a rechazar todas las copas, arrojándolas afuera en un esfuerzo por no ser religioso, no importa si en el proceso pierden el valor de sus contenidos?

      5. Más autoevaluación: ¿Puedes pensar maneras en que tiendes a usar la fe y la espiritualidad como espejos en lugar de ventanas?

      “Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren”.

      —Juan 4: 23

1 Ver “Spirited Away: Why the End Is Nigh for Religion”, el artículo central del periódico británico The Times, 4 de noviembre de 2004, obtenido de: http://www.timesonline.co.uk/tol/life_and_style/article502475.ece Igualmente valioso es el artículo de Paul Chamberlain “The Quest for Spirituality”, Faith, septiembre/octubre de 1997, disponible en: http://www.christianity.ca/faith/faith-and-thought/2003/11.001.html; y libros como The Spiritual Revolution: Why Religion is Giving Way to Spirituality, por Paul Heelas y Linda Woodhead.

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