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90 millas hasta el paraíso. Vladímir Eranosián
Читать онлайн.Название 90 millas hasta el paraíso
Год выпуска 2018
isbn
Автор произведения Vladímir Eranosián
Издательство ЛитРес: Самиздат
Esto son minucias – iba expansionándose el pobre hombre de negocios, estando ya bien mamado – voy a tener una flotilla entera que se dedicara al traslado ilegal de los cubanos a Miami. Ni siquiera voy a surcar las aguas del golfo de Florida. Solamente acancharé buques, contrataré equipos y recogeré dinero de los ricachones norteamericanos por el traslado desde Cuba de sus desdichados parientes.
– ¿No tienes miedo? Es que soy miembro del Comité de Defensa de la Revolución – la chica no se sorprendió ni un ápice al oír los grandiosos planes de Lázaro, pero, como de costumbre, no los tomó en serio…
… En realidad no había nada que pudiera asombrar a uno con tales proyectos. El embargo y las limitaciones de visas de Estados Unidos para los cubanos hacían imposible el tráfico legal al “paraíso” a tales personas como Lázaro Muñero.
En primer lugar, a tales tipos nunca les dejarían pasar “los suyos” – Fidel Castro disponía de su propia lista para casos de esta índole. En segundo lugar, no querían admitir a tal categoría de refugiados en el otro lado del mar – ¡a quien le hace falta un individuo con reputación de criminal!
Sin embargo, los norteamericanos no habían tomado en consideración algo muy importante. Hasta, mejor dicho, no contaron la cantidad de aspirantes, los cuales saltarían a chorros al “país de las mil maravillas”, si el tío Sam abre las compuertas. Aunque no sean oficiales. Pero, naturalmente, nadie en Norteamérica empanzada pudo prever la reacción del Comandante a la acogida cordial de los estadounidenses a los migrantes ilegales, provenientes de su Isla. En el año 80, se registró algo extraordinario – “como piedra caída del cielo”, – cuyo nombre es “Mariel” …
Actuando en el cauce de su política de descreditar el régimen dictatorial de Castro, y flirteando con la diáspora cubana de Florida, que iba cobrando fuerza, los yanquis recibían con los brazos abiertos a todos los fugitivos de Cuba. A todos, los que lograban alcanzar las costas ilegalmente, en barcazas robadas, pequeñas improvisadas embarcaciones, en balsas, botes, lanchas destartaladas y yates rechinantes, hasta en los aviones de pasajeros, tomados por la fuerza.
Aquellos, a los que antes les negaban las visas en los propios EE.UU., comprendieron que obtendrían lo deseado, si iban a empuñar las delincuencias so pretexto especioso de heterodoxia. A los que pisaron la costa disfrutable de Florida, ciudadanos de Cuba, inmediatamente los subían hasta las nubes como refugiados políticos, les concedían cartas de ciudadanía, trabajo y subvenciones.
Ahí es cuando sucedió un caso imprevisto. La finalidad de mostrar a todos los norteamericanos, que el socialismo es el mal más allá de los límites, que de este todos huyen, ligada a una idea fija de hacer una mala jugada a Fidel personalmente – todo esto en conjunto fracasó. Fidel abrió el puerto Mariel para todos los aspirantes a abandonar la isla. En total hubo 125 mil personas…
A Florida se precipitaron todos los que tomaban por asalto las embajadas extranjeras, abrigando la esperanza de acelerar su partida de la Isla de la Libertad al continente norteamericano, ya que este era el sueño de ellos. La mayoría de estos no sabía que tendría por delante soñar con una suerte mejor, fregando los pisos y lavando los platos a los nuevos dueños. Iban a hablar de la Libertad sin haberla conocido y perdiéndola para siempre. En efecto es libre solamente el que se siente libre dondequiera. No se sentían libres en su patria, los EE.UU., mientras tanto, te daban una oportunidad, pero no a todos. Pero difícilmente, en la categoría de selectos figuraban los que nunca habrían evaluado la libertad, ya que no la habrían comprendido. Los que de manera incondicional la aceptarían perdiendo la libertad por “un tarro de mermelada y una cesta de galletas”.
Junto con los disidentes, a los más escarceadores de ellos con motivo de este caso hasta los soltaron de los manicomios, Castro embarcó en las barcazas a miles de criminales, a los que se cansó de alimentar en sus cárceles.
Las autoridades de inmigración se llevaron las manos a la cabeza, pero ya era tarde. La descomunal marea que trajo la escoria inundó las calles de Miami, completó las filas de los pordioseros y los marginales, y al mismo tiempo las bandas callejeras, las corporaciones de asesinos y los sindicatos de narcotraficantes. Solo los hermanos Castro habrían podido meter en un puño a los gánsteres cubanos.
Miami se hizo el cielo en rejas para los bandidos ambiciosos de origen cubano en muchos casos, pero ya en una cárcel del Tío Sam, o una necrópolis. Para algunos este lugar se convirtió inicialmente en un trampolín para una rápida ascensión a los superiores eslabones de la jerarquía criminal, y solamente después se hizo necrópolis. El final, en esta ocasión, ya lo tienes diseñado y vaticinado, como el fin de la película hollywoodense “El precio del poder” con Al Pacino, siendo este el capo de la droga Tony Montana, que no reconoció bajo la influencia de la cocaína su mortalidad propia, hasta habiéndose ido al otro mundo.
Como resultado, los senadores y congresistas, los que cabildean los intereses de los oligarcas y latifundistas que perdieron sus bienes en Cuba, no pudieron hacer la mala jugada a Castro. Y, entonces, con pocas ganas, anunciaron un armisticio temporal, aumentando la cuota de visas. Se redujo la cantidad de migrantes ilegales. Pero hasta cierto tiempo. La paz entre la Cuba socialista y el pilar del mundo libre, Estados Unidos, como tal no podía existir. El embargo no ha finalizado. Venían turnándose las generaciones de cubanos en condiciones de un embargo incesante. Las numerosas sanciones económicas hacían endurecer al pueblo, formaba en la gente la diligencia y la parsimonia, pero al mismo tiempo estas venían creando a nuevos aventureros, dispuestos a aprovechar el déficit reinante en el país. Lázaro Muñero García era uno de ellos. Su “business project”, desde el punto de vista de materializarlo en la vida, no parecería ser utopía ni a los residentes habitantes del lujoso Miami, ni a los ciudadanos de Cuba, cansados del realismo socialista, que están esperando el “transfer” prohibido a Florida.
Hay que destacar las décadas de la confrontación con la más poderosa potencia, reforzaron a Fidel en la tesis de Lenin sobre la posible victoria de una revolución socialista en un solo país. Su espíritu, desmoralizado por haberse desmoronado el país de los Soviets, se afianzó a fines de los años noventa al adquirir un nuevo aliado en la persona del formidable Chávez. Lo que significaba que la guerra continuaba.
Los norteamericanos se encontraban en un estado de euforia, después de ser destruida la segunda superpotencia, disfrutaban de plena impunidad, lo que significaba menospreciar a sus enemigos. Sí, ellos aprendieron a derrocar regímenes indeseables no solamente aplicando la fuerza de una intervención directa, sino hasta valiéndose de revoluciones de colores. Pero no tomaron en consideración que Fidel con el tiempo aprendió a adaptarse a nuevos y mejores cambios en el ámbito político. Para la revolución cubana, cualquier otra neoliberal era una contrarrevolución – como se ha de portar con “la contra” en Cuba lo sabían desde la derrota de los mercenarios, saboteadores y bandidos en la Playa Girón y en los macizos montañosos del Escambray…
… Lázaro midió a Yoslaine con una mirada furiosa, murmurando impulsado por una porción sucesiva de ron:
– ¿Estás hablando de que eres miembro del Comité? Yo también soy miembro.
– No lo dudo siquiera – sonrió la chica. Con el rabillo del ojo advirtió aproximarse a un gilipolla con una gorra vasca de color verde oliva con una estrellita roja, con bigotes y una barba a lo Che Guevara. En un concurso de dobles, siendo este un pueblecito cualquiera, no tendría ningunas posibilidades de ganar un premio. Pero aquí, el estado de embriaguez de “La Rumba”, lo identificaban como héroe.
Apenas hubo frotado un segundo el culo sobresaliente de Yoslaine, el imitador de Che le hizo soltar el humo del cigarro y le comunicó que ella le gustaba mucho:
– ¡Linda muchacha! ¡Magnífico! ¡Admirablemente buena! ¡Soy soltero, soy alegría!
De que ella era guapa, Yoslaine no lo dudaba. No necesitaba de los cumplidos de este “frico”, mientras, que el pseudo Che, que en el momento dado estaba solo, le convenía. Se pudo averiguar que él, como el ídolo favorito, es argentino, y está residiendo en un hotel de dos estrellas