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Michael Riggins. Me acabo de enterar del caso que les asignaron a Rhodes y tú. Asesinato familiar relacionado con pandillas. Se dice que pronto arrestarán a alguien. Eso tiene que ser un récord.

      —No tengo idea —dijo Chloe, aunque sí se sentía que todo había pasado muy rápido.

      —Oye, sabes, no todos los agentes novatos pudieron salir al campo hoy —dijo Riggins—. Algunos estaban sumidos en investigación o papeleo. Creo que algunos de nosotros iremos a tomarnos unos tragos después del trabajo hoy. Deberías acompañarnos. Iremos al Bar Reed’s, el que está a dos cuadras de aquí. Tu historia de éxito definitivamente nos levantaría el ánimo. Pero no invites a Rhodes. Al parecer no le agrada a nadie.

      Chloe sabía que era mezquino, pero no pudo evitar sonreír ante el comentario. —Quizá pase por allá —le dijo. Esa fue la mejor respuesta que pudo dar… Era mucho mejor que explicarle que ella era muy introvertida y que no le gustaba pasar el rato con personas que no conocía.

      En ese momento llegó el ascensor. Chloe entró en él y Riggins se despidió de ella. Era extraño que alguien envidiara su situación, sobre todo después de la conversación que acababa de tener con Johnson. Era una sensación que la hizo querer ir al bar, aunque solo fuera por media hora. La alternativa era regresar a su apartamento y seguir desempacando. Y eso no le parecía muy atractivo.

      El ascensor la llevó hasta el tercer piso, donde su área de trabajo estaba cerca de espacios similares ocupados por otros agentes. Se encontró a Rhodes mientras caminaba por el pasillo. Se le ocurrió saludarla o darle las gracias por la reunión que acababa de tener con Johnson. Pero al final decidió hacer lo correcto. No caería en sus juegos.

      Aun así, pasar a la mujer en el pasillo e intercambiar miradas desagradables fue suficiente para hacerla tomar la decisión de ir al bar esta noche. Y a menos que su día cambiara drásticamente, probablemente se tomaría muchos tragos.

      «Estoy tomando mucho últimamente», pensó.

      Era un pensamiento que la persiguió durante el resto del día, pero, al igual que los pensamientos recurrentes de su padre, logró empujarlo a los rincones más oscuros de su mente.

      CAPÍTULO CINCO

      Cuando llegó al bar a las 6:45, se dio cuenta de que era justo lo que había esperado. Vio varias caras conocidas, pero ninguna que conocía bien. Y eso era porque no conocía a estos agentes en absoluto. Otra desventaja de haber sido cambiada de departamento por Johnson a última hora era que había muy pocas personas en el grupo ViCAP que habían tomado los mismos cursos o clases que ella.

      Los que más reconocía eran dos hombres. El primero fue Riggins. Estaba sentado con otro agente masculino, hablando animadamente sobre algo. El segundo fue Kyle Moulton, el agente guapo que se había ofrecido a llevarla a almorzar después de la primera etapa de la orientación, el hombre que había llamado su atención porque le había preguntado si ella era violenta. Le desanimó ver que estaba hablando con dos mujeres. Aunque eso no la sorprendía. Moulton era guapísimo. Parecía un joven Brad Pitt.

      Decidió no interrumpirlo, así que se fue a sentar con Riggins. Aunque parecía presumido, le gustaba la idea de pasar el rato con alguien que le impresionaba lo que había logrado.

      —¿Está ocupado este taburete? —le preguntó mientras se sentó en el asiento de al lado.

      —No, para nada —dijo Riggins. Parecía muy feliz de verla, sus mejillas regordetas formando una sonrisa—. Me alegra que hayas decidido venir. ¿Puedo invitarte un trago?

      —Sí, claro. Una cerveza. Por ahora.

      Riggins llamó al barman y le dijo que agregara la primera cerveza de Chloe a su cuenta. Riggins estaba bebiendo cubalibre, y pidió otro junto con la cerveza de Chloe.

      —¿Cómo estuvo tu primer día? —preguntó Chloe.

      —Estuvo bien. Pasé casi todo el día investigando un caso de un narcotraficante. Parece aburrido, pero realmente lo disfruté mucho. ¿Cómo fue pasar un día entero con Rhodes? —preguntó Riggins—. Estoy seguro de que cerrar ese caso tan rápido tuvo que haber sido genial, pero ella ya tiene una reputación de ser difícil de manejar.

      —Fue bastante tenso. Es una excelente agente, pero…

      —Dilo —dijo Riggins—. No puedo llamarla perra, porque no me gusta llamar a una mujer perra delante de otra mujer.

      —Ella no es una perra —dijo Chloe—. Solo es muy directa y exhaustiva.

      La conversación casual se prolongó durante un tiempo más. Chloe miró en la dirección del agente Moulton. Una de las mujeres se había ido. Moulton estaba inclinándose hacia la otra mujer y sonriendo. Chloe tendía a ser un poco ingenua cuando se trataba de relaciones, pero estaba segura de que Moulton estaba encantado con la mujer.

      Esto la decepcionó mucho. Había cortado con Steven hace solo dos meses. Supuso que solo estaba interesada en Moulton porque había sido la primera cara amigable en hablarle después de que Johnson la había sorprendido al cambiarla de departamento. Eso, además de la idea de tener que regresar a su nuevo apartamento en el que vivía sola, no era atractivo. El hecho de que era muy guapo también era relevante.

      «Sí, fue un error venir. Puedo beber por mucho menos en mi casa», pensó.

      —¿Estás bien? —preguntó Riggins.

      —Sí, creo que sí. Simplemente ha sido un largo día. Y creo que mañana también lo será.

      —¿Conducirás o caminarás a casa?

      —Conduciré.

      —Eh… Entonces mejor no te compro otro trago.

      Chloe sonrió y le dijo: —Eso es muy responsable de tu parte.

      Ella volvió a mirar en la dirección de Moulton y la mujer con la que había estado hablando. Ambos estaban poniéndose de pie. Mientras se dirigían hacia la puerta, Moulton colocó su mano en la zona lumbar de la mujer.

      —¿Puedo preguntarte por qué te decidiste por esta carrera? —preguntó Riggins.

      Ella sonrió con nerviosismo y se terminó su cerveza. —Problemas familiares —contestó—. Gracias por la invitación, Riggins. Pero tengo que volver a casa.

      El hombre asintió con la cabeza como si comprendiera perfectamente. Asimismo, notó que Riggins miró alrededor del bar y se dio cuenta de que él sería el último cliente que quedaría. Eso la hizo pensar que tal vez Riggins estaba lidiando con sus propios fantasmas.

      —Cuídate, agente Fine. Espero que mañana sea tan exitoso como hoy.

      Chloe salió del bar, ya haciendo planes para el resto de la noche. Todavía tenía cajas por desempacar, un armazón de cama por instalar y un montón de implementos de cocina por guardar.

      «Esta no es la vida emocionante que esperaba», pensó con un poco de sarcasmo.

      Mientras se dirigió a su auto, el cual seguía estacionado en la sede del FBI, su teléfono sonó. Cuando vio el nombre en la pantalla, se sonrojó de la rabia.

      Steven. No sabía por qué la estaba llamando. Y es por eso que decidió atender. Sabía que si no lo hacía, el misterio la carcomería.

      Atendió la llamada, sintiéndose muy nerviosa. —Hola, Steven.

      —Hola, Chloe.

      Ella esperó, con la esperanza de que no le diera más vueltas al asunto. Pero Steven no solía ir al grano.

      —¿Todo está bien? —le preguntó Chloe.

      —Sí, todo está bien. Lo siento… no pensé en cómo esta llamada te haría sentir…

      Su voz se quebró, recordando a Chloe de uno de sus muchos pequeños rasgos molestos.

      —¿Qué

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