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      Guido Pagliarino

      Las Inmortalidades

      Novela coral

      Copyright © 2017 Guido Pagliarino

      http://www.pagliarino.com - http://www.pagliarino.net

      Publicado en e-book y en libro físico por Tektime

      Traducción del italiano al español de Mariano Bas

      Título de la obra original en italiano Le Immortalità, copyright © 2017 Guido Pagliarino, publicada en e-book y libro físico por Tektime

      Las cubiertas, tanto de la obra original como de la traducción, han sido diseñadas electrónicamente por Guido Pagliarino

      Los personajes, nombres personales y colectivos, hechos, situaciones corales o individuales del pasado y del presente son imaginarios. Cualquier referencia a personas vivas o fallecidas es involuntaria.

       Capítulo 1

       Capítulo 2

       Capítulo 3

       Capítulo 4

       Capítulo 5

       Capítulo 6

       Capítulo 7

       Capítulo 8

       Capítulo 9

       Capítulo 10

       Capítulo 11

       Capítulo 12

       Capítulo 13

       Capítulo 14

      Como siempre, el profesor Denisi, historiador de la época contemporánea, había entrado en el aula sin saludar, se había colocado en su sitio y, sin preámbulos, había empezado:

      â€”El otro día llegamos hasta el 2117, un año verdaderamente crucial para el mundo como ya os había anticipado. Hoy veremos por qué: Ya hacía más de un trienio que los investigadores del laboratorio celular de neurobiología del Instituto Privado Bertrand Russell de Londres desarrollaban experimentos sobre la mosca de la fruta. Objetivo de la experimentación: la prolongación de la vida humana. Como probablemente sabréis, al menos a grandes rasgos, las drosófilas son insectos de vida breve, de cerca de ocho semanas, que presentan una estructura biológica ejemplar, cuya genética resulta fácil de manipular. En una primera fase de las investigaciones, esos científicos habían llegado ya a un resultado importante, realizando la llamada amplificación autofágica dentro del sistema nervioso de las moscas. Hay que tener en cuenta que la supervivencia de una célula depende de la idoneidad de la misma para reducirse y reciclarse de acuerdo con cierto mecanismo, llamado precisamente autofagia, que la renueva eliminando los componentes dañinos para la vida y recicla las partículas elementales indispensables para la reconstrucción de la propia célula: en resumen, la protege. Pues bien, los factores nocivos habían disminuido mucho en el curso de la vida de las drosófilas tratadas, aunque la vida de las mismas no se había prolongado de manera significativa, no mucho más de las ocho semanas naturales. Sin embargo en una segunda fase de investigación, una vez ajustado el sistema, esos estudiosos habían conseguido impedir por un plazo más largo la referida acumulación del daño celular, que depende de la edad, y así la longevidad de esos insectos había llegado a los tres meses de existencia, un poco como si el ser humano hubiese alcanzado los ciento cincuenta años. El resultado había sido bastante satisfactorio. Sin embargo el laboratorio había iniciado una tercera fase de experimentos con las drosófilas, con el objetivo de prolongar todavía más la supervivencia y buscando una vida humana de al menos doscientos años. Fue en este tercer estadio cuando se llegó a un resultado extraordinario, más bien más que extraordinario, fantástico, por no decir increíble: ¡se había obtenido, con casi absoluta certeza, la inmortalidad de aquellas moscas! Se trataba de algo que, hasta entonces, se había considerado imposible, ya que una cosa es aplazar el momento de la muerte gracias a la ciencia y otra evitarlo del todo. Y sin embargo no se podía considerar que el índice de probabilidad de que las drosófilas sometidas al experimento hubieran llegado a la inmortalidad fuera del cien por cien. De hecho habían pasado muchos meses y luego un año y después otro durante los cuales habían continuado viviendo tranquilamente sin envejecer ni perder vigor: un periodo de vida, comparado con las ocho semanas naturales de las moscas, que se correspondía proporcionalmente con milenios de existencia humana. En resumen, se podía pensar de una manera no superficial en una especie de inmortalidad, aunque no se podía saber qué traería el futuro. Así que el Instituto Privado Bertrand Russell, que estaba dirigido por un hombre de negocios joven y muy rico y financiado por él mismo y un socio minoritario, que estaban comprometidos con la empresa no solo con fines personales de salud y longevidad, sino también para conseguir un espléndido beneficio económico, a la vista de esto, el 10 de junio de 2217 había anunciado al mundo la puesta en el mercado del producto denominado oficialmente Suero Bloqueador del Deterioro y de Regeneración y Reagregación de Células, luego conocido popularmente como «el suero Vida Eterna». Sobre esto, yo creo, y muchos están de acuerdo en esto, que se trató no tanto de un éxito científico, sino de la intervención de algo ultrapotente y extraño, tal vez perteneciente a un universo paralelo desde el cual se hubiera abierto una puerta sobre nuestro cosmos, tal vez la propia esencia panteísta de nuestro universo. No se nos oculta que esos primeros investigadores eran conscientes de haber llegado a un resultado muy superior al objetivo prefijado y habían aceptado entre ellos, como se supo después, que debía haber actuado también algún factor externo desconocido. Por otro lado, es necesario recordar que otros exponentes del mundo intelectual no piensan que existan universos cronofísicos paralelos o una esencia pensante de nuestro universo, concordando así con la idea de de algo extraño que todos indicamos con la expresión, tomada del teatro antiguo, «deus ex machina»: piensan en un ente completamente externo no solo a nuestro universo sino a cualquier universo inmanente, conciben… algo trascendente: ¡Dios! Entre ellos se encuentra el ilustrísimo teólogo y filósofo profesor Eugenio Serra, quien ha aceptado cordialmente intervenir hoy en esta lección, en imagen holográfica y que enseguida nos dará directamente su respetable parecer. Pero entretanto volvamos al año 2117. Ya sabéis que en el siglo XXII la humanidad era en su gran mayoría atea, resultado de un proceso que había afectado al mundo durante siglos, primero a los países occidentales y luego también de todos los demás. Y después de la invención del procedimiento Vida Eterna los ya pocos creyentes se habían reducido a nada menos que unos pocos centenares de miles en el mundo: casi toda la humanidad estaba entonces segura de que no existía ninguna divinidad y, si acaso, que la especie humana debería ser la que estuviera expuesta sobre los altares. Así se aprobó una ley internacional que proclamó el año de la invención del procedimiento Vida Eterna como el primero de una nueva era y el año 2117 después

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