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Estoy bastante satisfecha con mi imagen.”

      “Estoy totalmente de acuerdo con usted.” Dijo Hoy con una amplia sonrisa.

      “Gracias, detective. Cada vez que pienso que usted tiene mucha determinación, me decepciona educadamente. Supongo que no importa si él me vio o no. Levexitor dijo mi nombre con suficiente frecuencia. El asesino debe haber estado allí todo ese tiempo. Eso explica las extrañas pausas de Levexitor. Por lo menos esto significa que estoy fuera de la lista de sospechosos.”

      “Bien, lamento decepcionarle, pero no. Usted pudo haber asesinado a Levexitor para cubrir sus pistas al saber que yo sospechaba de usted.”

      “Usted tiene una mente realmente paranóica.”

      “Es mi trabajo. Aunque usted se ha movido más abajo en la lista.”

      “Gracias.” Rabinowitz lo miró directamente hacia los ojos. “¿Quién más está en ese listado? ¿Qué clase de compañía estoy llevando?”

      “No necesita preocupar su linda cabecita con eso.”

      “Si uno de los sospechosos asesinó a Levexitor y sabe quién soy yo, puede intentar silenciarme. Debo protegerme. Sigo siendo un testigo, incluso si no vi nada.”

      Hoy estaba pensativo. “Bien, si es culpable, esta no será ninguna gran sorpresa para usted. Jivin Rashtapurdi definitivamente se encuentra en alguna parte del plan.”

      “¿El gángster?”

      “No, el tendero. Y estamos buscando a otro agente llamado Peter Whitefish. ¿Lo conoce?”

      “He hecho algunos negocios con él.”

      “¿Y su opinión sobre él?”

      “Él representa a sus clientes en el modo que él cree mejor para sus intereses.”

      “¿Eso significa?”

      “Significa que hay algo como cortesía profesional. ¿Alguien más en la lista?”

      “También hay algunas cosas que prefiero no decir.”

      “Es una lista corta.”

      “Las mujeres siempre dicen que lo importante es la calidad, no la cantidad.”

      “Sólo lo hacemos por lástima. ¿Algún nombre afuera de la Tierra?”

      “No investigo afuera de la Tierra, sólo aquí. Soy de la Interpol, no de la CPI, ¿recuerda?”

      Rabinowitz se puso de pie. “Bien, estuvo bien de su parte el darme una mano durante mi pequeño ataque de pánico—”

      “Desearía realmente haber tomado su mano. Eso pudiera haber sido divertido.”

      “—pero de verdad sólo tuve dos horas de sueño durante las cuarenta y dos horas anteriores. Mi alarma de enojo se encenderá dentro de unos siete minutos, y no querrá usted estar cerca cuando eso suceda. Hasta mi alarma pre-menstrual se queda corta en comparación.”

      “Entonces intentaré atraparla cuando esté de un mejor humor. La puerta está por aquí, ¿verdad?”

      “Está aprendiendo. Es una señal positiva.”

      Esta vez, Rabinowitz tuvo seis horas de sueño antes de que un oficial de policía llamara.

       ***

      “Sólo deseo alquilar un cuerpo,” dijo Rabinowitz de manera gruñona, “no estoy pidiendo un crédito bancario.”

      “Hay normas estrictas,” dijo el alienígena. El jenitharpio no se acobardó, pero el gesto de su imagen virtual reflejaba vulnerabilidad frente a la burocracia. “Si por error yo le diese una talla corporal equivocada, perdería mi licencia. Y mi gobierno tiene leyes estrictas que prohíben a los criminales convictos telepresentarse en Jenithar. Por favor, responda todas las preguntas.”

      “Su policía me pidió venir. Desean que yo inspeccione la escena de un homicidio.”

      “Entonces es mejor que llene el formulario rápidamente.”

      “Me alegra no tener que hacer esto cada vez que visito Jenithar,” murmuró Rabinowitz. “Girar es mucho más civilizado.”

      Le entregó su registro biográfico estelar estándar al funcionario y se aseguró de que las respuestas que introdujo se encontraban en los campos adecuados. “Nombre completo: Deborah Esther Rabinowitz. Número de identificación: 5981–5523–5514–2769467–171723. Fecha de nacimiento: 17/46/3/22/54 interestelar. Educación: diploma de primer nivel, Universidad de California en Los Ángeles, Estudios Interestelares; diplomas de primer y segundo nivel, Instituto Policultural en Pna’Fath, Estándares Comerciales Galácticos y Dinámicas Interculturales. Progenitores: Daniel Isaac Rabinowitz y Bárbara Samuelson Rabinowitz. Padre aún vive, madre fallecida. Ocupación de sus progenitores: padre, diplomático, nivel plenipotenciario, asignaciones generales; madre, profesora de comparativa de literatura mundial, Universidad de California en Los Ángeles. Hermanos/as: ninguno. Descendientes: ninguno. Ocupación: agente literario. Banco: Banco Mundial Takashiro. Ingresos: ...”

      Hizo una pausa. “Presumo que esto se mantiene confidencial.”

      “Ah, sí. Tenemos estrictas normas contra la divulgación no autorizada.”

      Le dio la información solicitada, tanto sobre sus finanzas personales como las de sus negocios. Pero se frustró cuando siguió leyendo el cuestionario. “No soporto eso. Mire esta lista. ¿Tiene el sujeto alguna sanción penal?; ¿cuál era la reputación del individuo en la escuela?, ¿cuáles títulos tiene el sujeto?, ¿cuáles premios he ganado?, ¿cuáles son los miembros de mi familia durante dos generaciones hacia adelante y hacia atrás hasta mis primos terceros?, ¿es alguno de ellos un criminal convicto?, ¿quiénes son mis socios de negocios y clientes?, ¿cuáles son sus puntuaciones de estatus?... sólo sigue y sigue. Pregunta por todo, excepto si mis clientes tienen sexo con sus mascotas. Verifique el listado de ¿Quién es quién? de mi padre, si desea saber información sobre mis familiares, pero no le suministraré información acerca de mis clientes.”

      “Debo calcular su rango exacto, así podré saber la talla de cuerpo que debe usted tener. Esto sólo debe hacerse una vez. Después de eso, su registro siempre estará en el archivo.”

      “No esperéis la orden de vuestra salida. No me interesa... mire, sólo déme cualquier talla de cuerpo que desee. O dígame que no me atenderá y me iré donde uno de sus competidores.”

      “Probablemente yo pueda relacionar sus datos con otra información pública para obtener lo que necesito,” dijo el empleado de la tienda de alquileres. Miró fijamente su computador durante varios segundos y luego continuó, “Creo, que posiblemente ya tenga lo suficiente como para analizar su estatura equivalente. Espere un momento mientras le asigno un cuerpo adecuado.”

      Rabinowitz esperó durante un rato mucho más largo que un momento. Entonces, el empleado le dijo, “Todo está listo. Prepárese para unirse.”

      Sin importar cuántas veces lo haya hecho—y ella lo ha hecho con más frecuencia que la mayoría de los humanos—unirse con un cuerpo alienígena siempre era desorientador. La gente de cada planeta construyó cuerpos mecánicos de alquiler, tan parecidos a sus propios cuerpos como sea posible, lo cual los hace extraños para cualquier persona cuyo cuerpo sea distinto. Algunas razas tienen más de dos brazos, y un ser humano sólo pudiera dejar algunos de ellos colgando débilmente; algunos tienen menos brazos, y un ser humano se sentiría discapacitado. Algunos ven en longitudes de onda incomprensibles para el ser humano, mientras que otros pueden oír en frecuencias que los humanos no pueden alcanzar.

      Los peores de todos, sin embargo, son aquellos que son casi humanoides, como los jenitharpios. Tenían dos brazos y dos piernas, pero sus brazos comenzaban en su cintura, a la mitad de su cuerpo, en una disposición articulada que de ninguna manera podría llamarse “hombros”. Las manos, difíciles de encontrar, estaban demasiado lejos

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