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a entregarle la mitad de los que tenía. Volví a mi posada y me senté en un leño, debajo de la inmensa campana de la chimenea de la sala común; dos hombres de rostro huraño estaban arrodillados en el suelo. Tenían ante sí un buen montón de objetos de hierro viejo, latón y cobre, que iban clasificando, y colocábanlos después en sacos. Eran contrabandistas españoles de ínfima categoría, y ganaban miserablemente su vida llevando de matute tales desechos desde Portugal a España. No hablaban ni una palabra, y cuando me dirigí a ellos en su lengua natal, me contestaron con una especie de gruñido. Estaban tan sucios y mohosos como el hierro en que traficaban; en la cuadra del piso bajo tenían cuatro miserables borriquillos.

      La posadera y su hija me trataban con amabilidad extremada, y por adularme me hicieron algunas preguntas respecto de Inglaterra. Un hombre con traje algo parecido al de los marineros ingleses, sentado frente a mí debajo de la campana, dijo: «Yo aborrezco a los ingleses porque no están bautizados y son gente sin ley.» Se refería a la ley de Dios. Me eché a reír y le dije que, según la ley inglesa, a nadie sin bautizar podía dársele sepultura en tierra sagrada; a lo cual repuso: «Entonces sois más rigurosos que nosotros.» Luego, añadió: «¿Qué significan el león y el unicornio que vi el otro día en un escudo a la puerta del cónsul inglés en Setubal?» Respondí que eran las armas de Inglaterra. «Sí; pero ¿qué representan?» Dije que no lo sabía. «Entonces – replicó – , no conoce usted los secretos de su propio país.» A lo cual: «Supóngase – le contesté – , que le dijese a usted que representan el león de Bethlehem y la bestia cornuda de abismos ardientes, luchando por el predominio en Inglaterra, ¿qué diría?» «Diría – repuso – , que me daba usted una respuesta perfecta.» Aquel hombre y yo llegamos a ser grandes amigos. Venía de Palmella, no lejos de Setubal; llevaba unos cuantos caballos y mulas, y era tratante en cebada y trigo. De nuevo volví a pasearme y a vagar por los alrededores de la ciudad.

      Como a media milla de las murallas, por el lado Sur, hay una fuente de piedra, donde los arrieros y demás gentes que acuden a la ciudad, acostumbran a dar agua a sus bestias. Allí me estaba sentado unas dos horas, hablando con todo el que hacía alto en la fuente. Hago notar que durante mi estancia en Evora repetí a diario esta visita, deteniéndome en ella el mismo tiempo; gracias a este plan, creo que hablé, por lo menos, con unos doscientos portugueses acerca de asuntos tocantes a su salvación eterna. Descubrí que muy pocos de aquellos a quienes hablé habían recibido educación literaria, ninguno había leído la Biblia, no más de media docena tenían una ligerísima noticia de lo que son los libros santos. Casi todos eran fanáticos papistas y miguelistas de corazón. Por tanto, cuando me decían que eran cristianos, negábales yo la posibilidad de que lo fueran, pues ignoraban a Cristo y sus mandamientos, y ponían la esperanza de su salvación en reglas externas y prácticas supersticiosas inventadas por Satanás para mantenerlos en tinieblas y que al cabo cayesen en el abismo que les tenía preparado. Díjeles muchas veces que el Papa, a quien reverenciaban, era un insigne impostor y el principal ministro de Satanás en la tierra, y que los frailes y monjes, cuya ausencia lamentaban, a quienes estaban acostumbrados a confesar sus pecados, eran agentes subalternos suyos. Cuando me pedían pruebas, aducía invariablemente la ignorancia de mis oyentes respecto de las Escrituras, y decía que si sus guías espirituales hubiesen realmente sido ministros del Señor, no hubieran dejado a sus rebaños ignorar su palabra.

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      1

      «Bernard’s Address to his army», a ballad from the Spanish; «The singing Mariner», a ballad from the Spanish; «The french Princess», a ballad from the Spanish. En «Monthly Magazine», volumen 57. (1824).

      2

      «Celebrated Trials, and Remarkable Cases of Criminal Jurisprudence, from the earliest records to the year 1825». Seis volúmenes. Knight and Lacey. London, 1825.

      3

      «Danish Traditions and Superstitions». En «Monthly Magazine», vols. 58, 59, 60.

      4

      «Romantic Ballads», Translated from the Danish and Miscellaneous pieces, by George Borrow. Norwich, S. Wilkin. 1826.

      5

      «Memoirs of Vidocq», principal agent of the French police until 1827. Writen by himself. Translated from the French. 4 vols. London, Whittaker, Treacher and Arnot. 1828-29.

      6

      «¿No le ha chocado a usted nunca – le escribía en una ocasión su amigo el danés Hasfeldt – cuánto se parece usted al buen hidalgo Don Quijote de la Mancha? A mi juicio, podría usted pasar fácilmente por hijo suyo.» W. Knapp: Life, writings and correspondence of George Borrow. London, Murray, 1899. Vol. I, pág. 190.

      7

      «Targum, or Metrical translations from thirty languages and dialects», by George Borrow. St. Petersburg, Schulz and Beneze, 1835.

      8

      «The Talisman», from the Russian of Alexander Pushkin, with other pieces. St. Petersburg, Schulz and Beneze, 1835.

      9

      Fechas establecidas por Mr. Knapp, separándose de las que Borrow da en La Biblia en España.

      10

      El Nuevo Testamento, traducido al español de la Vulgata Latina, por el Rmo. P. Phelipe Scio de S. Miguel, de las Escuelas Pías, obispo electo de Segovia. Madrid. Imprenta a cargo de don Joaquín de la Barrera, 1837. En 8.º, 534 págs.

      11

      Embeo e Majaró Lucas. Brotoboro rodado andré la chipé griega, acána chibado andré o Romanó, o chipé es Zincales de Sesé.

      12

      Evangelioa San Lucasen Guissan. El Evangelio según S. Lucas, traducido al vascuence. Madrid. Imprenta de la Compañía Tipográfica, 1838. En 16.º, 176 págs.

      13

      The Zincali; or An Account of the Gypsies of Spain. With an original collection of their Songs and Poetry, and a copious Dictionary of their Language. By George B

1

«Bernard’s Address to his army», a ballad from the Spanish; «The singing Mariner», a ballad from the Spanish; «The french Princess», a ballad from the Spanish. En «Monthly Magazine», volumen 57. (1824).

2

«Celebrated Trials, and Remarkable Cases of Criminal Jurisprudence, from the earliest records to the year 1825». Seis volúmenes. Knight and Lacey. London, 1825.

3

«Danish Traditions and Superstitions». En «Monthly Magazine», vols. 58, 59, 60.

4

«Romantic

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