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      ¡Todo debe cambiar!

      CICLOGÉNESIS 13 | RAYO VERDE

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      ¡Todo debe cambiar!

      El mundo después de la Covid-19

      Editado por Renata Ávila y Srećko Horvat

Rayo Verde

      Primera edición, 1200 ejemplares: marzo 2021

      Título original: Everything Must Change! The World After Covid-19

      Publicada en Estados Unidos por OR Books LLC, Nueva York.

      © 2020 Renata Ávila y Srećko Horvat

      © de cada ensayo, su respectivo colaborador

      La edición en español publicada por Rayo Verde Editorial ha sido acordada a través de Oh! Books Literary Agency.

      © de esta edición, Rayo Verde Editorial, 2021

      © de la traducción del inglés, Juan-Francisco Silvente Muñoz

      Diseño de la cubierta: Tono Cristòfol

      Maquetación: Noemí Giner

      Corrección: Gisela Baños

      Producción editorial: Xantal Aubareda y Sandra Balagué

      Publicado por Rayo Verde Editorial

      Gran Via de les Corts Catalanes 514, 1º 7ª, 08015 Barcelona

       www.rayoverde.es

       @Rayo_Verde RayoVerdeEditorial

      ISBN ePub: 978-84-17925-61-1

      THEMA: JB, JBF, JBFF, GTQ

      Una vez leído el libro, si no lo quieres conservar, lo puedes dejar al acceso de otros, pasárselo a un compañero de trabajo o a un amigo al que le pueda interesar.

      La editorial expresa el derecho del lector a la reproducción total o parcial de esta obra para su uso personal.

      Introducción: Todo debe cambiar para que nada siga igual

      Srećko Horvat

      «Si ejércitos entre los que se interponen miles de leguas logran darse alcance, los amigos han de demostrar que para ellos la distancia no constituye un obstáculo mayor que para los enemigos. Así que continuemos disparando nuestros proyectiles de la amistad, y demostremos a quienes solo emplean su ingenio para destruir, que nosotros también somos capaces de eliminar distancias».

      Günther Anders a Claude Eatherly, 1959

      En la famosa novela de mediados del siglo XX El gatopardo Giuseppe Tomasi di Lampedusa relata la lucha que mantiene la aristocracia siciliana para sobrevivir a la guerra civil y la revolución, el período conocido como Risorgimento. Una de las frases más famosas —posteriormente pronunciada por Alain Delon en la película que Luchino Visconti adaptó del libro— es la siguiente: «Si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie». De modo similar, forzada por la crisis de la Covid-19, nuestra clase dirigente actual es muy consciente de que hay en marcha una profunda transformación y de que la única forma de que todo siga igual depende del establecimiento de un nuevo orden social y político que les permita perpetuarse en el poder. ¿Acaso se necesitan más pruebas de las profundas tensiones que azotan al capitalismo que el incremento de la fortuna de Jeff Bezos en trece mil millones de dólares en un solo día del mes de julio de 2020,1 mientras la crisis de la Covid-19 prioriza la libre circulación de mercancías por encima de la libre circulación de personas, cuando, al mismo tiempo, los trabajadores de Amazon están muriendo de Covid-19 y protestando contra sus inhumanas condiciones laborales? ¿Qué mayor prueba que Elon Musk, la personificación del sueño expansionista del capitalismo, quien, cuando se le acusó de haber propiciado el golpe de Estado estadounidense contra Evo Morales para beneficiarse del litio boliviano, respondió sin más: «¡Derrocaremos a quien queramos! Haceos a la idea».2 Y no es la primera vez que la clase dirigente proclama sin tapujos que en la actualidad existe una guerra de clases. No hay más que recordar a Warren Buffet, otro multimillonario, quien dijo la célebre frase: «Cierto, hay una guerra de clases, pero es mi clase, la clase rica, la que está haciendo la guerra, y la estamos ganando». Nunca ha sido tan tangible este brutal enfrentamiento social como con la crisis de la Covid-19, que está exacerbando las desigualdades e incrementando la acumulación de riqueza precisamente para aquellos que están conduciendo al planeta hacia una extinción masiva. Y, una vez más, están intentando ganar.

      «Si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie» vuelve a proclamar la clase dirigente, aferrándose a la esperanza de que conseguirá permanecer en el poder y mantener el círculo vicioso de la explotación, la extracción y la expansión —las tres es del sistema mundial llamado «capitalismo»—. En lugar de invertir en hospitales y escuelas que ya fueron víctimas de décadas de austeridad y de la subfinanciación, persisten en rescatar las empresas responsables de la crisis climática y la injusticia social. En lugar de proteger los derechos de los trabajadores y emplear la tecnología para abolir la explotación, el sufrimiento de los llamados trabajadores «esenciales» —o «de primera línea»— no ha hecho más que aumentar con la crisis de la Covid-19, mientras que se está aprovechando la situación para facilitar la expansión y la aceleración del «capitalismo de vigilancia». En lugar de proteger el clima, la continua extracción de recursos naturales y destrucción de hábitats nos está llevando a una era de pandemias, con virus incluso más letales que el de la Covid-19 que nos están esperando a la vuelta de la esquina. En lugar de reducir la financiación de la policía, en casi todos los sitios este cuerpo de seguridad ha respondido ante la Covid-19 como en una guerra, transformándose en ejército. Como afirmaba un reciente anuncio de la Guardia Nacional de Estados Unidos: «A veces, el enemigo está en casa». Parece que el famoso grito de la Weather Underground —«¡Traed la guerra a casa!»— se haya hecho realidad de pronto, con la salvedad de que la causa no es un movimiento social ni un partido revolucionario clandestino, sino un virus. Desde Mineápolis hasta Portland, desde Budapest hasta Estambul, desde Santiago hasta Belgrado, la guerra capitalista se acaba de convertir en una guerra civil, sin lugar a dudas. «No puedo respirar» —repetido una y otra vez por Eric Garner, George Floyd y tantas otras víctimas del racismo estructural— ha pasado a ser la sensación predominante de aquellos que sufren y mueren ahogados por la brutalidad policial, la contaminación atmosférica, los virus, la depresión, la ansiedad, el miedo y la miríada de síntomas de la expansión del capital que se incrustan en la naturaleza, los animales, los pulmones, las mentes y las almas.

      Mientras los virus del capitalismo y el racismo asolan el mundo, este libro es el producto de otro tipo de virus. No solo no habría visto la luz sin el que provoca la Covid-19, sino que es una consecuencia de «los virus» de la cooperación y el internacionalismo que van dirigidos precisamente contra otro patógeno, el de un sistema mundial que nos está arrastrando a la extinción. La plétora de voces críticas que han aflorado desde el confinamiento es una prueba —¡adiós Maggie Thatcher!— de que existe esa cosa llamada «sociedad», aunque solemos vernos forzados a comportarnos y morir como individuos. El proyecto para documentar algunas de esas voces, primero en conversaciones grabadas en vídeo y después en este libro, comenzó en una habitación de Viena en la que me vi confinado a mediados de marzo de 2020, justo cuando Europa se convertía en el epicentro de la pandemia de Covid-19 y antes de que esta afectara seriamente a Estados Unidos, Brasil, México y otros países. Al principio, los Estados europeos declararon el «estado de excepción», con unas restricciones sin precedentes sobre la movilidad, y no pude regresar a mi país, Croacia, durante dos meses. La única forma de evitar volverme loco y hundirme en la más absoluta desesperación consistió en salir de mi confinamiento mediante la creación

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