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Encuentros decisivos. Roberto Badenas
Читать онлайн.Название Encuentros decisivos
Год выпуска 0
isbn 9788472088511
Автор произведения Roberto Badenas
Жанр Религия: прочее
Издательство Bookwire
17 . Salmo 91: 11-12.
18 . «Vendrá el Deseado de todas las naciones y llenará de gloria esta Casa…» (Hageo 2: 7). La gloria divina en la Biblia siempre está asociada a la presencia de ángeles.
19 . —Estamos solos, tonta. No seas estrecha. Nadie se va a enterar. Mi mujer está de viaje. Nos apetece. ¿Por qué tendríamos que depender de lo que digan unos papeles para compartir lo que nuestros cuerpos desean? ¿Qué más da que tu marido te crea solo suya, si lo único que cuenta en la vida es el placer presente?
20 . Observamos que el tentador se presenta en estas tentaciones en una progresión sutil, de modo cada vez más personal y directo. El primer ataque aparece como una mera insinuación protectora de parte de peiradson, el tentador (Mateo 4: 3). El segundo irrumpe como una clara insidia del diabolos, el infiltrado, «el que se mete por medio» ya que ese es el significado de esa palabra en su original griego (Mateo 4: 5). Su tercer asalto lo desenmascara como Satán o Satanás, nombre que la Biblia da al enemigo de Dios por excelencia (Mateo 4: 10).
21 . «El Señor […] es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento» (2 Pedro 3: 9; cf. Juan 3: 16-17).
22 . El fondo de las tentaciones del desierto no es hacer pan de las piedras, tirarse de lo alto de una torre, o postrarse de rodillas ante el diablo, sino beneficiarse por vías impropias, imponer algo a otros por la fuerza o plegarse a los métodos corruptos de los déspotas. Es más un problema de medios que de fines, porque, como decía Gandhi, «los fines están inevitablemente conformados por los medios».
23 . La plaza de directivo que se ha quedado libre en la empresa me apetece más que nada en el mundo. Sé muy bien qué puedo hacer para conseguir que mi jefe me la dé. Si alguien se entera quizá me considere un típico arribista, que adula a sus superiores con tal de medrar. Pero lo que está en juego es mi futuro. Esta es mi ocasión y no la voy a dejar perder.
24 . Aparte de estas tentaciones que Jesús contó a sus discípulos, las demás no las conocemos, y solo las podemos imaginar. «La última tentación de Jesús» no fue la que se le atribuye en alguna película o novela, de sucumbir a las flaquezas de la carne, aunque también fue tentado en eso. Jesús era joven y sin duda no le faltaba atractivo.
25 . El apóstol Santiago (1: 13-15) explica que el pecado nace (o es «dado a luz») al final de un proceso que empieza con la atracción de la tentación, y que se materializa en hechos consumados. Dada nuestra naturaleza pecadora, cuanto más avanzamos hacia ese desenlace, más cerca estamos de cometer lo irreparable.
26 . 1 Juan 2: 16 llama a estos elementos seductores «los deseos de la carne, la codicia de los ojos y la soberbia de la vida». Innumerables formas de seducción nos acechan y nos incitan a cometer errores que nos distraen de lo realmente importante y nos alejan de Dios.
27 . «Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar» (1 Pedro 5: 8). «La suprema astucia del diablo y la más exitosa es la de hacer creer que no existe…» (Giovanni Papini, Historia de Cristo, pág. 50).
28 . La Biblia dice que Jesús fue tentado como nosotros en todo pero que nunca pecó (Hebreos 4: 15). Luego no hay que confundir tentación y pecado.
29 . «Muchos consideran este conflicto entre Cristo y Satanás como si no tuviese importancia para su propia vida, y para ellos tiene poco interés. Pero esta controversia se repite en el dominio de todo corazón humano […]. Las seducciones que Cristo resistió son las mismas que nosotros encontramos tan difíciles de resistir: […] la prueba del apetito, del amor al mundo y del amor a la ostentación que conduce a la presunción. Estas fueron las tentaciones que vencieron a Adán y Eva, y que tan fácilmente nos vencen a nosotros» (E. G. White, El Deseado, pág. 91).
30 . Ya que somos seres caídos, nuestra victoria está en levantarnos cada vez que caemos, y aún mejor, en no volver a caer. La única manera de vencer la tentación es como Jesús la venció: con la ayuda del poder divino. «Pues en cuanto él mismo fue probado mediante el sufrimiento, es poderoso para venir en auxilio de los que son tentados» (Hebreos 2: 18, RVR1977).
31 . Cristo, al ser el único hombre que nunca sucumbió a la tentación, es el único que conoce hasta el fondo lo que significa ser tentado (C. S. Lewis, Mero cristianismo, cap. 11).
32 . Lucas 4: 13 dice que el diablo lo dejó «hasta otra ocasión».
33 . «Una tentación vencida dará poder para resistir más firmemente la segunda; cada nueva victoria ganada sobre el yo allanará el camino para triunfos superiores y más elevados. Cada victoria es una semilla sembrada para la vida eterna» (E. G. White, La fe por la cual vivo, Buenos Aires: Casa Editora Sudamericana, 1958, pág. 60).
34 . Amos Oz, Una historia de amor y oscuridad, Madrid: Ediciones Siruela, 2007, pág. 376.
1
La cita
Cae la paz de la tarde sobre la hondonada del valle. Las sombras extienden su abrazo por la encrucijada del vado y remontan pausadas las abruptas laderas. El chirrido de las chicharras empieza a remitir, y de las charcas, tras las adelfas en flor, sube en notas limpias el croar de las ranas.
Despacio se alejan los trémulos balidos de los rebaños que se retiran a sus apriscos. De los zarzales y mirtos llegan susurros de abejas, afanadas en los restos dulzones de las últimas bayas. Abajo, más allá del rumor de los cañaverales y de los lodazales erizados de juncos y papiros, serpentea el Jordán, limoso y verde.
Dos jóvenes aguardan impacientes, en el cruce del camino, bajo el precario frescor de los sauces.
Han llegado a este místico lugar siguiendo a otros muchos buscadores de Dios. Se diría que, en el fondo de esta depresión impregnada de historia, la más hundida del mundo, en el vacío que dejaron las urbes fulminadas por el fuego divino,1 duele más la lejanía del cielo y, por consiguiente, se siente más la nostalgia de acercarse a él.
Desde su precario observatorio los viajeros divisan, colgado en el último despeñadero del desierto, el monasterio que los esenios edificaron allí, frente al mar Muerto, para mantener siempre, a la vista de los monjes, los malditos efectos del pecado, y alejarse de él con sus ascéticos ritos.
Si Andrés y su amigo se decidiesen, podrían llamar a su puerta esa misma tarde y solicitar su ingreso en la comunidad, sucumbiendo a recientes tentaciones. Un novicio de su edad, arropándose con orgullo en su túnica blanca, les había exaltado, con ceño adusto y mirada