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desplace de los pájaros

      nos anuncia la nieve y la tormenta

      preparamos café

      nos abrigamos y salimos

      con los movimientos de la mano

      y los gestos el día nada dice

      construye

       La seña

      Cuando alguien nos nombra

      nacemos

      nos convertimos en pensamiento de otro

      en sentido

      Cuando nuestro nombre

      traspasa la piel

      y cae en lo más profundo

      de nosotros

      una chispa nos enciende

      lo externo se profundiza

      y creamos sentido

      cuando nacemos

      nadie o casi nadie

      reconoce el silencio

      mis papás dieron una seña al mundo

      para que existiera

       La mariposa

      Juntamos nuestras palmas

      las movemos para que escape la mariposa

      corremos tras ella

      nos tumbamos en el pasto

      para mirar que desde el punto

      más lejano

      nuestras manos regresan

       Jirafa

      No basta con decir jirafa

      hay que ser cuello alto

      cerrar los dedos

      y masticar las hojas

       Berónica Palacios Rojas

      Preparatoria Regional de Chapala

       Árbol génesis

      Árbol a destiempo reverdeces

      corazón apagado /

      transitas por mi vientre empapado de silencio /

      en el patio de infancia.

      Hoja de cal y canto de nostalgia.

      Árbol génesis que das luz al extraviado /

      generosidad brota de tus raíces.

      Llegas a destiempo

      en ramas das claridad de amanecer

      ¡Cantas poesía!

      Árbol viajero / memoria que repta por copas vacías

      invades plenitud de alas /

      acortas las dimensiones del tiempo

      que reposan al vaivén de mil promesas.

      Desde la sima de la tierra /

      trasladas cántico de Pachamama.

      Al mediodía / árbol de miradas infinitas /

      transitas sabiduría a la rama elegida

      para convertirse en verso, en poema, en legado.

       Ítaca

      i

      Fui feliz imaginando que las casas toman vida propia:

      renacen instantes perversos /

      la mágica cocina de la abuela viste de aromas infinitos /

      y los juguetes respiran inocencia.

      ii

      Feliz infancia en diminuto cuarto /

      cazando en un río de miedo /

      recordando al padre fantasma con olor a gasolina

      y el frío que dulcemente / jalaba mis cabellos.

      Disfrutaba la buena comida que veía en la tele

      y refinados gustos / que no existieron.

      iii

      Y saboreé mi propia muerte

      un déjà vú se filtró en mi café.

      Sabor a polvo / a desgracia /

      y el incendio paralizó mi vida.

      Así, entre paladar y sangre volé en cenizas.

       Ella

      La mujer lava su nostalgia

      y restriega la mancha infiel en día de tormenta.

      Descarga su dolor al golpear el pantalón en la piedra.

      Y después de larga abstinencia

      en fértil parpadeo carga el vientre que germina

      y transforma la bestialidad de su carne.

      Ella degusta de la humareda para olvidarte

      y vierte las histerias en la urgencia fálica del cigarro /

      para olvidar el capullo que la contiene.

      Reconstruye tu hombría tan lejana y pretérita.

      tu imagen borrosa saliendo las cuencas,

      mientras / los espacios en la pared gritan: ausencia /

      aborrece y anhela el endiablado insomnio de tu vacío tan pronunciado.

      Imagina lucubrar sin fundamento

      hasta que se extinga la luz de su esperanza.

       Federico de Jesús Jiménez Huerta

      Preparatoria 18

       I

      Zumbando como un ruiseñor interrogante

      y armado del instinto en brama

      me tenderé sobre tu nombre

      la mañana en que nuestros ecos se abandonen

      cuando de la memoria pasemos al instante

      olvidando aquellos futuros presentes

      y ya no se plantarán mis manos en tu silencio

      ya no remedaré tu hueca presencia

      ya no más esa escultura oceánica de tu arena carnal

      ya no más y ya lo sé

      que no habrá desiertos imposibles en ese ecuador

      y ya no seremos más este cuerpo

      que nació de la voz en una calle abierta

      ya ni se callarán los entonces

      ni

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