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religiosas se activaron con ese hecho y generaron unión nacional. Sobre la Constitución de 1991 aparecieron posturas contrarias: por un lado, en las iglesias se promociona que el país se debe regir por la religión, por el otro, se defiende que la Constitución ratifica a Colombia como una nación laica4.

      4. Representaciones de las familias sobre los hechos históricos, mediante las cuales se transfieren valores (el pasado como referente): los saberes de los campos político y ciudadano de los jóvenes se conectan con las historias familiares, las experiencias y los pensamientos del círculo social. Estos “valores” familiares y sociales influyen en su rechazo a los hechos violentos y en su aceptación —o no— de los actores políticos y sociales, de las formas de pensar diferente. Así, en las familias los jóvenes aprendieron a rechazar los hechos violentos del periodo del auge del narcotráfico y crearon vínculos con las religiones, los cuales afectan sus pensamientos políticos y ciudadanos.

      5. Colectivos políticos: en los jóvenes, el conocer el pensamiento de estos colectivos creó una forma diferente de ver los hechos, así como el estar al tanto de las distintas desmovilizaciones de guerrillas en el país. Ellos evidenciaron tener poca información de la Unión Patriótica y del genocidio, pero quienes indicaron conocerlos mostraron una oposición a los ideales políticos tradicionales; eso hace que se separe el pueblo del Estado y se cree indiferencia hacia la participación política. Con base en esto, se dio una crítica a las irregularidades en las que incurren los partidos políticos e inconformidad ante lo que representan en la nación. También se reveló la promoción de la defensa de los derechos por medio de grupos o marchas “en conjunto”.

      6. Indiferencia crítica ante los colectivos partidistas o políticos: en conexión con el punto anterior, se identificaron acciones y pensamientos de los jóvenes contrarios a los partidos políticos. Se dio una crítica constante a la política por como ha llevado a los hechos y sus efectos. Por otra parte, la visita del papa Juan Pablo II los hace pensar en la religión como un aspecto que limita el pensamiento crítico a las formas tradicionales de gobierno.

      7. Acciones ciudadanas: los jóvenes reconocieron la influencia de algunas acciones ciudadanas en la búsqueda de la verdad y en los sentidos o motivos de los eventos históricos, lo que influyó en su decisión de tenerlos en cuenta como hechos importantes. En general, generó expectativa el conocer la historia de los exmiembros de las guerrillas. Por otro lado, los valores religiosos se mostraron como influyentes para participar en actos sociales y ciudadanos. Se reconoció que la Constitución de 1991 da más posibilidades de participación ciudadana y política. Sobre la difusión del asesinato de Jaime Garzón a través de los medios de comunicación, se suscitó el pensamiento crítico al cuestionarse sobre problemáticas y fenómenos sociales, y se promovió la participación ciudadana, por medio del discurso crítico ante la sociedad. Frente a las acciones del acuerdo de paz firmado con las FARC, se reconoció la motivación de incluir a todos, sin tener en cuenta su pasado en Colombia.

      8. Participación en la política alternativa o crítica: algunos jóvenes mostraron interés por participar en la política para intentar cambiar la situación del país con pensamientos críticos. Ante el genocidio de la Unión Patriótica, persistió una negación ante la visión de que sus miembros fallecieron. Por otra parte, hubo expectativa cuando se habló de la presentación de nuevos partidos políticos para alcanzar un cambio.

      Es interesante el hecho de que una buena parte de los sucesos mencionados en los relatos se relaciona con asesinatos, muertes por conflictos económicos y políticos o eventos de largo tiempo que desvelan la pugna por el control a partir del ejercicio militar. En este punto, se destaca que el sujeto se constituye en su capacidad de individuación para liberarse de los poderes que imperan, el mercado y el neoliberalismo (Touraine, 1997).

       Formación y subjetividades políticas y ciudadanas

      En el texto introductorio para motivar la escritura de los relatos autobiográficos se usó la expresión “formación”. Luego, se cayó en cuenta de que esa palabra dirigió el lenguaje al narrar experiencias en procesos educativos familiares, escolares o de colectividades religiosas, políticas, musicales; algunos mencionaron organizaciones sociales e, incluso, experiencias más contradictorias, como “falsos positivos”. Es decir, la palabra “formación” se cargó con un valor positivo, por esto, emergieron contextos valorados de manera positiva, como las unidades familiares o los primeros procesos escolares, los cuales se identificaron a modo de responsables de la formación de las posiciones políticas.

      Asimismo, se enunciaron sujetos “positivados”, como “madre”, “padre”, “abuelo”, “profesor”, aludidos como autoridades en el proceso de formación: su sola mención se usó para darle una incuestionable verdad a la formación recibida. En suma, el nombrar a la familia y la escuela evidenció la influencia de estas en la vida y educación de cada estudiante, y desveló un vínculo emocional e intelectual con sus acciones políticas; a partir de estas, surgieron conocimientos y perspectivas de las formas de vida.

      No obstante, algunos usaron expresiones como “soy apolítico, no me interesa [la política], no me gusta, me molesta, nunca he estado en nada”, para dar cuenta de reflexiones internas en las que los discursos dominantes de la política los frustran y desde donde hacen resistencia. De hecho, ellos reconocieron que la masiva información de los medios que reitera una única idea de política sujeta a personalidades controvertidas del país ayuda a exacerbar ese sentimiento. Las experiencias alternativas surgieron de su encuentro fortuito con expresiones musicales, acciones de organizaciones no gubernamentales (ONG), conversaciones con personas críticas y posiciones personales de inconformidad o descreimiento de las acciones de Gobierno nacional.

       Sobre los sentidos de la política en las subjetividades juveniles universitarias lasallistas

      La sangre tira

      Como lo han sugerido varios autores sobre las prácticas políticas en Colombia, el capital simbólico que las cultiva se entrelaza “menos con las estrategias racionales de los actores y más con los mundos de vida desde los que los miembros de un grupo construyen sus sentidos e identidades” (Perea, 1996, p. 18). De esta manera, algunos jóvenes expresaron una profunda relación entre su vida familiar y sus decisiones políticas: “[…] crecí en un hogar conformado por mis padres y mis abuelos; gracias a mi abuela materna, creció en mí un gusto por la música de protesta”; “[…] desde pequeña me enseñaron a creer en Dios, un ser que nos ama y nos cuida”; “desde pequeño, con las enseñanzas de mis padres, aprendí de los errores como todos, con buenos valores y disciplina”.

      En varios relatos, los jóvenes mencionaron a su abuelo —con mayor recurrencia— y a su abuela —con menor recurrencia— como referentes en la definición de estéticas políticas. Asimismo, llamó la atención la referencia a la “música de protesta” a modo de un rasgo de la participación política. Algunas citas plantearon el cuidado y el afecto a partir de la educación en la creencia en Dios en las prácticas de educación familiar.

      Por otro lado, la mención de “valores”, “amor”, “cuidado”, “gustos”, etcétera, por parte de los jóvenes en relación con sus ámbitos familiares y con los ámbitos conectados a su participación política develó la fuerza hereditaria que tienen los mundos domésticos en la configuración de la subjetividad política juvenil. Al respecto, una de las participantes del SIAC expresó: “[…] el hecho de tener la sangre familiar tan enraizada hace que la política se entienda como una herencia, la cual no se cuestiona. Se evita objetarla y criticarla”. Esta reflexión muestra una baja capacidad crítica y ambientes democráticos débiles en los ámbitos familiares de los jóvenes lasallistas.

      En este sentido, la coexistencia afectiva entre la “sangre familiar” y la subjetividad política la entendieron algunos estudiantes como “un problema social que ocasiona seguir un único ideal, convicción, partido político o religión, con poca tolerancia por aquellos que piensan diferente, lo que promueve los conflictos y hechos violentos”. Sobre este rasgo, otros estudiantes dijeron que “obstaculiza

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