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totalizadoras y a la violencia político-epistémica de la modernidad” (p. 22).

      Según Walsh (2018) es relevante utilizar la noción de “vincularidad” que es definida como “la concientización de la relación integral y la interdependencia entre todos los seres vivos (entre los cuales los seres humanos son solamente una parte) con el territorio, o país y el cosmos” (p. 22). Según el geógrafo Marc Power (2019, p. 117) el “poscolonialismo tiene que ver fundamentalmente con fronteras porosas e identidades fluidas, configuradas en parte por una variedad de discursos de “nación” culturales e históricos”.

      Los aportes mencionados fueron y siguen siendo relevantes para ampliar el aparato conceptual de la geopolítica crítica (GC) que seguimos en esta obra y que pasamos a explicar. Es necesario aclarar que la GC nos es una teoría monolítica, como bien lo afirma uno de sus principales teóricos, Ó Tuathail. Según este autor, el principal objeto de la geopolítica es “la política de la producción del espacio político global por intelectuales dominantes, instituciones y los que llevan a la práctica el statecraft que constituye la ‘política global’” (Ó Tualthail, 2005, p. 146). La GC es más bien una escuela donde confluyen aportes que permiten deconstruir lo estático y lo “objetivo”. También, por su amplitud, se podría caracterizar como un movimiento.

      En la conceptualización de la espacialización de la política mundial, Ó Tuathail enfatiza la importancia de la producción del Otro, el cual no debe limitarse a producir el “Otro externo y peligroso” (2005, p. 144). Se trata, agrega, de “proyectar una imagen de su propia subjetividad y su Otro”, lo que lo lleva a concluir que “el Otro no es solamente lo que va más allá, sino él que está adentro” (p. 144).

      Si bien, como destaca Dodds (2007, p. 42) “para los generales latinoamericanos centrados en la seguridad nacional del Estado en los 60 y 70, la visión realista coincide con la imaginación geopolítica llena de peligros y amenazas de fuerzas comunistas externas y externas al Estado”, consideramos que debemos ser cautos con este tipo de afirmaciones. En la realidad, como buscamos demostrar en trabajos anteriores respecto a las obras del general brasilero Golbery do Couto e Silva, figura emblemática del autoritarismo en Brasil, si bien el “peligro comunista” está muy presente en las obras de los generales suramericanos , por otro lado, también se vislumbra la necesidad de afianzar intereses históricos y culturales con el África occidental, con países como Angola, que remiten para visiones no tradicionales de la política internacional, menos estáticas e, indudablemente, relacionales. Países africanos, aunque alineados con ideologías izquierdistas, permitían, según Do Couto y el presidente brasilero Geisel, afianzar un espacio atlántico de colaboración en defensa y seguridad entre América del Sur y el África occidental6.

      En el pensamiento de Do Couto, coexisten competencia (a veces con Estados Unidos o con Argentina) y cooperación (con Angola, África del Sur y otras naciones africanas), vistos desde Brasil, como esenciales (Da Silva Guevara, 2018). Asimismo, argumentamos que la relectura de los “clásicos” puede enriquecer la comprensión de la espacialización de la política mundial desde América Latina. En el caso de Do Couto, buscamos demostrar en trabajos anteriores que, si bien este defendía el principio ratzeliano de que Brasil debía expandirse o perecer, por otro lado, destacaba que el país tenía como misión fundamental una “geopolítica de la paz” que fomentaba valores de solidaridad internacional (Da Silva Guevara, 2019).

      Asimismo, no podemos ignorar los aportes de Kelly (1997) o Child (1979) para entender que la construcción de los mapas explica las dinámicas de América del Sur. En cuanto a la geopolítica crítica, Kelly (1997) afirma que esta es importante porque ayuda a entender los sesgos, sean ellos marcados por aspectos etnocéntricos o ideológicos, los cuales, a su vez, permiten entender políticas conducidas en América del Sur, así como a legitimar dichas políticas. Es, por ejemplo, el caso de la ocupación argentina de la Patagonia. Kelly explica que la propia noción de “distancia” en América Latina “representa un concepto geopolítico” (p. 23).

      A su vez, Kacowitz (2000) destaca que en el Cono Sur tuvo impacto una “geopolítica aplicada” que influyó en los militares de alto rango de los regímenes autoritarios de los 60 y 70, con rasgos expansionistas. Como enfatiza el mismo autor, se pasó de una geopolítica del power politics hacia una geopolítica de la integración e interdependencia, por ejemplo, con el Mercosur. Pero no deberíamos más bien preguntarnos ¿Cómo se espacializó/se espacializa desde el Cono Sur la política internacional?

      Para Kacowitz (2000, p. 93), la relevancia de la geopolítica crítica radica en que “cuestiona los dominios ‘tradicionales’ del Estado territorial, explorando las formas de leer y escribir el espacio político global”. En la presente obra invitamos el lector a ir más allá del Estado nación -aunque este sigue siendo fundamental-, y considerar el análisis de las relaciones entre espacios latinoamericanos, nacionales o no, así como tener en cuenta lo relacional entre el Sur y el Norte.

      Para Ó Tuathail (2005) “el estudio de la geopolítica es el estudio de la espacialización de la política internacional por parte de las potencias centrales y Estados hegemónicos” (p. 146). Al respecto consideramos que esta definición debe ser repensada, incluso re-ajustada, pues potencias que no son centrales, la mayor parte en América Latina, ameritan ser tan profundamente analizadas como las del Norte, tales como Estados Unidos. De hecho, las potencias emergentes de hoy podrían llegar a ser las potencias centrales del futuro.

      Al respecto, los geógrafos David Slater y, posteriormente, Marc Power hicieron aportes relevantes. Slater (1993) llamó la atención, en los noventa, para la relevancia de estudiar y cuestionar la “geopolítica occidental” mediante la cual se había conceptualizado el desarrollo en el mundo enmarcado por una “imaginación geopolítica occidental”. Asimismo, el autor llamó la atención que el análisis geopolítico “necesita tener en cuenta la imbricación diferencial de las esferas transnacional, nacional y regional y local” (p. 421).

      Slater (1993), además de los aportes antes mencionados, destacó la trascendencia de centrar los análisis geopolíticos en las contra-representaciones del Sur, que van desde la filosofía del pensamiento latinoamericano hasta la sociología o economía, como el caso de la teoría de la dependencia. Para el geógrafo, el estudio de la “contra-teorización del Sur” es fundamental, énfasis este que compartimos en esta obra, pero de forma más vinculada con conceptos de relacionalidad.

      En la senda de Slater, pero con conceptos menos estáticos, y teniendo igualmente en cuenta las premisas de la GC, Marc Power (2019, p. 119) destaca la “hibridad” como característica de los espacios africanos, asiáticos o latinoamericanos “donde la modernidad es definida y consumida en diferentes formas, ganando significado a través de prácticas del día a día y de sus realidades”. Power (2003, p. 119) destaca la importancia de deconstruir el desarrollo para cuestionar la construcción del conocimiento sobre este, así como del discurso de los que lo concretan en la práctica. Agrega que esto también implica “de-centrar el Occidente e incorporar

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