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incapaz de suprimir por medio de una reacción adecuada un peligro procedente del exterior, y cae en la neurosis de angustia cuando se siente incapaz de hacer cesar la excitación (sexual), endógenamente nacida. Se conduce, pues, como si proyectase dicha excitación al exterior. El afecto y la neurosis a él correspondiente se hallan en íntima relación, siendo el primero la reacción a una excitación exógena, y la segunda, la reacción a la excitación endógena análoga. El afecto es un estado rápidamente pasajero, y la neurosis, un estado crónico, pues la excitación exógena actúa como un impulso único, y la endógena como una fuerza constante. El sistema nervioso reacciona en las neurosis contra una fuente de excitación interior, del mismo modo que en el afecto correspondiente contra una excitación análoga exterior.

      EXPONDREMOS aún algunas observaciones sobre las relaciones de la neurosis de angustia con las otras neurosis.

      Los casos más puros de neurosis de angustia son también casi siempre los más marcados. Estos casos se dan en sujetos jóvenes y potentes, cuya enfermedad data de fecha próxima, y presentan una etiología unitaria.

      De todos modos, es más frecuente la aparición conjunta y simultánea de síntomas de neurosis de angustia y otros de neurastenia, histeria, melancolía o neurosis obsesiva. Si ante esta mezcla clínica nos retrajésemos de reconocer a la neurosis obsesiva el carácter de una unidad independiente, tendríamos también que renunciar obrando consecuentemente, a la separación, tan trabajosamente lograda, de la histeria y la neurastenia.

      Con respecto al análisis de la «neurosis mixta», podemos sentar el siguiente importante principio: en todo caso de neurosis mixta puede descubrirse la existencia de una mezcla de varias etiologías específicas.

      Esta multiplicidad de factores etiológicos, condición de la neurosis mixta, puede establecerse de un modo casual; por ejemplo, cuando una nueva acción nociva viene a sumar sus afectos a los de otra ya existente. Tal será el caso de una mujer histérica, que al cierto tiempo de su matrimonio comienza a practicar el coito interrumpido, y añade entonces a su histeria una neurosis de angustia. O el de un masturbador, que su práctica lo ha llevado a la neurastenia, y al que las excitaciones frustradas de un noviazgo ulterior hacen contraer como nueva enfermedad una neurosis de angustia.

      En otros casos, la multiplicidad de factores etiológicos no obedece a la casualidad, siendo uno de tales factores el que ha hecho entrar en acción al otro. Así, una mujer con la que su marido realiza el coito interrumpido sin preocuparse de su satisfacción, y que se ve obligada a masturbarse después del coito insatisfactorio para acallar la penosa excitación residual. Esta sujeto, a más de los síntomas de la neurosis de angustia, fruto de la práctica del coito interrumpido, mostrará otros neurasténicos, producto de la masturbación. O también la excitación residual del coito interrumpido provocará en la sujeto ideas voluptuosas, contra las cuales querrá defenderse, y contraerá así, a más de la neurosis de angustia, representaciones obsesivas. O, por último, la práctica del coito interrumpido le hará perder el amor a su marido y experimentar una nueva inclinación, que mantendrá cuidadosamente secreta, mostrando entonces una mezcla de neurosis de angustia e histeria.

      En una tercera categoría de neurosis mixtas es aún más íntima la conexión de los síntomas, siendo una misma condición etiológica la que inicia regular y simultáneamente las dos neurosis. Así, la súbita revelación sexual, causa de la angustia virginal, engendra siempre también histeria, y la inmensa mayoría de los casos de abstinencia voluntaria se enlazan desde un principio con representaciones obsesivas. Igualmente, el coito interrumpido sin satisfacción para el hombre no puede engendrar nunca, a nuestro parecer, una neurosis de angustia pura, sino siempre una mezcla de neurosis de angustia y neurastenia.

      De estas reflexiones resulta que es necesario diferenciar también de las condiciones etiológicas de la aparición de las neurosis sus factores etiológicos específicos. Las primeras (por ejemplo, el coito interrumpido, la masturbación y la abstinencia) presentan aún múltiples facetas, y cada una de ellas puede producir distintas neurosis. Sólo los factores etiológicos de ellas abstraídos, tales como la descarga inadecuada, la insuficiencia psíquica y la defensa con sustitución, poseen una relación específica e inequívoca con la etiología de cada una de las diversas grandes neurosis.

      Por lo que respecta a su esencia, muestra la neurosis de angustia interesantísimas coincidencias y disparidades con las otras grandes neurosis, especialmente con la neurastenia y la histeria. Con la neurastenia comparte un principalísimo carácter el de radicar la fuente de la excitación, o sea el motivo de la perturbación, en el terreno somático y no en el psíquico, como sucede en la histeria y en la neurosis obsesiva. Por lo demás, se advierte más bien una especie de oposición entre los síntomas de la neurastenia y los de la neurosis de angustia; oposición que puede expresarse sintéticamente con la antítesis «acumulación-disminución de la excitación». Esta antítesis no impide que las dos neurosis se mezclen entre sí; pero se muestran en el hecho de que en ambas los casos extremos son también los más puros.

      Con la histeria muestra la neurosis de angustia una serie de coincidencias sintomatológicas aún poco estudiada. La aparición de los fenómenos, bien como síntomas duraderos, bien en ataques; las parestesias, agrupadas a modo de aura; las hiperestesias y puntos sensibles, que se muestran en ciertos subrogados del ataque de angustia en la disnea y en el ataque cardíaco; la intensificación de los dolores, quizá orgánicamente justificados (por medio de la conversión); estos y otros caracteres comunes hacen incluso suponer que mucho de lo que atribuimos a la histeria debería serlo a la neurosis de angustia. Pasando al mecanismo de ambas neurosis, en cuanto hasta ahora nos ha sido posible descubrirlo, hallamos ciertos caracteres que nos permiten considerar la neurosis de angustia como la contrapartida somática de la histeria. Tanto en una como en otra se trata de una acumulación de la excitación, paridad en la que se basa quizá la analogía antes descrita de los síntomas. En ambas se da también una insuficiencia psíquica, a consecuencia de la cual surgen procesos somáticos anormales. Por último, también en las dos surge, en lugar de una elaboración psíquica, una desviación de la excitación hacia lo somático, con la única diferencia de que la excitación en cuya desviación se manifiesta la neurosis es en la neurosis de angustia puramente somática (la excitación sexual somática) y en la histeria psíquica (provocada por un conflicto). No podemos, pues, extrañar que la histeria y la neurosis de angustia se combinen regularmente entre sí, como sucede en la «angustia virginal» o en la «histeria sexual», ni que la histeria tome de la neurosis de angustia toda una serie de síntomas. Estas íntimas relaciones de la neurosis de angustia con la histeria proporcionan un nuevo argumento para la necesidad de separar la neurosis de angustia de la neurastenia, pues rechazando esta separación no podemos tampoco mantener la diferenciación que tan imprescindible nos es entre la neurastenia y la histeria.

      R

      Über die Berechtigung, von der Neurasthenie einen bestimmten Symptomenkomplex als «Angstneurose» abzutrennen, en alemán el original [Neurol. Zbl., 14 (2), 50-66.]

      Freud cita: «presión intracraneal, invitación espinal y dispepsia con flatulencia y constipación». (Nota del E.)

      E. Hecker: Über larvierte und abortive Angstzustände bei Neurasthenia, en Zentralblatt für Nervenheilkunde, diciembre 1893. En su estudio Der neurasthenische Angstaffekt bei Zwangsvorstellungen und der primordiale Grübelszwang, Viena, 1893, considera Kaan la angustia como uno de los síntomas principales de la neurastenia.

      Ver trabajo anterior en estas Obras Completas. (Nota del E.)

      Moebius: Neuropathologische Beiträge, Q. Heft.

      Peyer: Die nervösen Affektionen des Darmes, en «Wiener Klinik», enero 1893.

      Primera aparición del término libido, según Strachey. (Nota del E.)

      Tema discutido en otros trabajos de Freud, especialmente en: «La sexualidad en la etiología de las neurosis», «Tres ensayos para una teoría sexual», y en «Contribuciones al simposium sobre la masturbación», en estas Obras Completas (Nota del E.)

      Freud

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