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      Ahí tenemos, pues, la visita. El Señor visita la casa de Zaqueo.

      Si observamos con más detenimiento el asunto, si queremos penetrar con nuestro intelecto la situación, tenemos que distinguir:

      primero, la actitud del alma,

      segundo, el encuentro, y

      tercero, la bendición.

      Veamos la actitud: ¿qué actitud tenía Zaqueo? Una actitud singular. Hace un momento dije que era un capitalista, que era muy rico. Pero no estaba apegado a esa riqueza, a las cosas materiales. Estaba exento de un apego desordenado al dinero y a los bienes, a las cosas terrenas.

      Está claro, entonces: a pesar de que era rico, no tenía un apego desordenado a la riqueza, a las cosas terrenas. Por eso, también es simbólico su gesto de dejar la tierra, de ascender a lo alto, de trepar a un árbol.

      Una vez más pregunto por la actitud, la actitud interior de Zaqueo en este encuentro. A pesar de que tenía bienes y era rico, a pesar de que no estaba apegado a las cosas terrenas, estaba interiormente insatisfecho consigo mismo y tenía una gran aspiración de ir hacia lo alto, hacia algo más elevado, algo espiritual, algo religioso, algo profundo.

      No raras veces encontramos también hoy en la vida que hay personas que son ricas pero que están totalmente insatisfechas en su interior. Es decir que los bienes no dan la felicidad.

      ¿Y cómo fue el encuentro? Una vez más, tenemos que preguntar a la Sagrada Escritura. Es un encuentro mutuo. Zaqueo subió presuroso al árbol. No se avergonzó de hacerlo: la gente, ¿qué dirá la gente? ¡Yo, el capitalista, subo al árbol frente a este desconocido y quiero verlo a toda costa!

      Con gran anhelo mira desde el árbol al Señor que se acerca. ¿Y qué hace el Señor? Mira hacia arriba y lo ve. Los dos pares de ojos se encontraron y penetraron unos en los otros. Se encontró un corazón con el otro. Ambos sellaron una alianza de amor. Y lo que dijo la mirada del Señor lo expresó también su boca: baja rápido del árbol, que hoy tengo que hospedarme en tu casa. ¡Y qué rápido bajó Zaqueo! El Señor le dijo: ¡baja rápido! Hoy quiero hospedarme en tu casa.

      Como ven, la alianza se eterniza. El Señor quiere permanecer un día entero en su casa para consolidar la alianza de amor con él. Y el Señor sabe que las masas murmuran porque hace algo semejante. También hoy en día sucede de ese modo: si un capitalista hace algo bueno, se dice: sí, sí, tendrá sus intenciones, sus intenciones capitalistas. Pero no siempre es ése el caso, como tampoco lo fue esa ocasión.

      Y ahora viene la gran frase: ¿qué dice el Señor? Hoy ha llegado la salvación a esta casa. ¿Qué significa «a esta casa»? Ha llegado la salvación a toda esta familia. Es decir, no sólo a Zaqueo, sino a toda la casa, a toda la familia.

      Entonces, ¿qué encuentro fue éste? Un encuentro de amor entre el Señor y toda la familia de Zaqueo.

      Hoy ha llegado la salvación a esta casa. ¿A qué casa me refiero ahora? A la familia Horning. Hoy ha llegado la salvación a esta casa, a esta familia, pues toda la familia recibe hoy al Señor. En efecto, la alianza de amor con la Santísima Virgen es, en última instancia, una alianza con el Señor.

      Si queremos, podemos detenernos ahora aquí y elaborar nuevamente los mismos puntos que escuchamos anteriormente. Preguntamos

      primero, por la actitud,

      segundo, por el encuentro,

      tercero, por la bendición.

      ¿Cómo es la actitud? Si la actitud del padre marca la dirección de la actitud de toda la familia, ya sabemos, entonces, cuál es.

      Zaqueo era rico. ¿Qué encontramos en este caso? Sin embargo, Zaqueo no estaba apegado a los bienes terrenos. Se esforzaba por incrementar su riqueza pero no estaba apegado a ella, sino que hacía beneficencia tras beneficencia. Regaló la mitad de sus bienes a los pobres.

      ¿Cómo es el materialismo moderno aquí en Norteamérica? Sólo necesito mencionar dos palabras:

      primero, es un afán por el estándar de vida y,

      segundo, un fanatismo por el deporte.

      ¿Qué entiendo por afán por el estándar de vida? Es el fuerte impulso a elevar cada vez más el nivel de vida, el estándar de vida, a elevarlo más y más para comprender y adorar ese estándar de vida como si fuese una religión, como un dios.

      Es evidente que cada cual debe vivir de acuerdo a su posición social. Está claro que quien pertenece a las clases de mejor posición económica tendrán un coche diferente que los demás. Pero una cosa es vivir de acuerdo la propia posición económica y otra es estar apegado a ese estándar de vida como a un dios, como a la religión.

      No es difícil constatar

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