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se piensa; no con un propósito homogeneizador sino como una invitación para seguirnos pensando desde las distintas realidades; para hacer el ejercicio de resignificar la historia con el respeto que le son peculiares, pero con el compromiso fehaciente de contribuir en la implementación de un sentido de patria más envolvente, incluyente y potenciador de las diferencias; donde independencia no signifique individualismo y desarticulación; donde revolución impulse la no conformidad frente a las nuevas formas de opresión y potencie la cohesión; donde la identidad que nos constituye nos evidencia como una comunidad de sujetos que han sido capaz de ser y hacerse a su medida.

      Los compiladores.

      Cátedra Lasallista 2010

      Prospectivas desde el desarrollo humano: una

      mirada desde las libertades para la formación humana{1}

      JORGE ELÍÉGER MARTÍNEZ POSADA{*}

      FABÍG ORLANDO NEIRA SÁNCHEZ{**}

      Si centramos la atención, en última instancia, en la expansión de la libertad humana para vivir el tipo de vida que tenemos razones para valorar, la contribución del crecimiento económico a la expansión de estas oportunidades ha de integrarse en la comprensión más fundamental del proceso de desarrollo como la expansión de la capacidad humana para llevar una vida que merezca la pena y más libre

      SEN (2006)

      La pregunta que se plantea a manera de puerta de indagación a un problema del presente que es posible rastrear desde el acontecimiento mismo de lo que hoy llamamos Colombia es: ¿cómo se ha dado el desarrollo humano en el acontecer de 200 años de historia de Colombia para pensar nuestro presente y proyectar nuestro futuro?

      Amartya Sen (2006, p. 19) establece una definición inicial de “Desarrollo”, conectada con las posibilidades de acción, propias de democracias capitalistas occidentales. Para este autor, el desarrollo puede ser visto desde una perspectiva distinta al crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) o a la ampliación de las posibilidades de acción mediante recursos tecnológicos. Tal perspectiva considera al desarrollo como un aumento de las “libertades reales”, como la educación o el acceso a servicios de salud. En tal sentido, “el desarrollo exige la eliminación de las principales fuentes de privación de la libertad: la pobreza y es que esta es “privación de las capacidades básicas”” (Sen, 2006, p. 20).

      Esta noción de desarrollo económico desafía abiertamente la indiferencia de la economía clásica por los códigos de comportamiento. Por ejemplo, el llamado método económico, “exige que el analista contemple las conductas en función de la búsqueda inteligente del propio interés, evitando las exigencias deontológicas que plantean juicios y valores morales” (Sen, 1999, p. 124).

      Deontológicas se refiere al conjunto de obligaciones morales que una propuesta de economía debe tener en cuenta. En la teoría económica clásica, “la moralidad puede ser buena para nuestras almas, pero [...] no resulta especialmente útil para los negocios o la economía” (Sen, 1999, p. 124). Sin embargo, argumenta Sen, si se revisan los primeros escritos sobre economía estos se ven directamente relacionados con cuestiones éticas, es decir, con valoraciones y normas que buscan lo mejor para la vida de cada quien y de la sociedad en la que se vive. El rompimiento del vínculo se atribuye a Adam Smith, quien según los supuestos de los economistas clásicos, convirtió la economía en una ciencia, cuya pretensión de objetividad no necesitaba ya tales valoraciones subjetivas.

      ¿Qué impulsa los intercambios económicos? una respuesta y un lugar común en economía clásica es que es el interés egoísta de aquellos que ofrecen productos y servicios (Ley 115). Pero, ¿puede, en efecto, asegurarse que es de tal interés egoísta del que dependen estos intercambios?

      Consideremos el argumento. Quien ofrece un producto o servicio persigue un interés, de eso no hay duda. Pero, ¿es ese interés puramente egoísta? El ofrecimiento se hace en un marco social y valorativo que le da validez y que le permite existir. Para Sen, sin la libertad de ofrecer, sin la libertad de mercados, no podría perseguirse, ni resolverse, tal interés. Precisamente, fue Adam Smith quien insistió en esto. Incluso Marx, anota Sen, valoró como efecto positivo del capitalismo su capacidad de ampliar la libertad de oferta de trabajo. De esta manera, una condición ética y valorativa determina las posibilidades de desarrollo económico de una sociedad. Los modelos de desarrollo económico tradicionales desconocen esta condición, argumenta Sen, y esa es la razón para que, al mismo tiempo que tenemos niveles nunca vistos de opulencia, coexista con ella altísimos niveles de pobreza. Incluso, las sociedades más “desarrolladas” (las comillas tienen su sentido)” como la europea o la norteamericana, muestran niveles de pobreza superiores a sociedades del tercer mundo.

      Lo que significa, entonces, que el desarrollo económico no solo depende de variables éticas y políticas, sino que incluso puede “medirse” en estos términos. Como lo propone Sen, se trata de la ampliación de las libertades “reales”, disponibles en la sociedad. Sin ellas, los procesos económicos no tendrían lugar, ni tendría objeto establecer relaciones comerciales o posibilidades de transacción económica. Si cada quien persigue su interés, y nada más que el suyo, olvida que ese interés es posible porque una sociedad le da lugar, lo valora, lo regula y lo transforma.

      En este enfoque, se considera que la expansión de la libertad es 1) el fin primordial y 2) el medio principal del desarrollo. Podemos llamarlos, respectivamente, papel constitutivo y papel instrumental de la libertad en el desarrollo. El papel constitutivo está relacionado con la importancia de las libertades fundamentales para el enriquecimiento de la vida humana. Entre esas libertades se encuentran algunas capacidades elementales como, por ejemplo, poder evitar privaciones como la inanición, la desnutrición, la morbilidad evitable y la mortalidad prematura, o gozar de las libertades relacionadas con la capacidad de leer, escribir y calcular, la libertad política y la libertad de expresión, etc. Desde esta perspectiva constitutiva, el desarrollo implica la expansión de estas y otras libertades básicas. Desde este punto de vista, el desarrollo es el proceso de expansión de las libertades humanas, y su evaluación ha de inspirarse en esta consideración” (Sen, 2006, p. 55).

      Sin embargo, una posición pesimista diría que la libertad y sus posibilidades se “compran”, es decir, se amplían solo en la medida en que la riqueza es mayor. Se generaría una especie de ecuación según la cual “a mayor riqueza entonces mayor libertad”. Sen argumentará, con Aristóteles, que alguien podría disfrutar de grandes niveles de riqueza, pero eso no garantiza su acceso a ciertas libertades ni el desarrollo de ciertas capacidades.

      En la Ética a Nicómaco y en La Política, Aristóteles señala que la riqueza no se desea por sí misma, sino en función de otra cosa. Desde su perspectiva, la riqueza no puede ser el bien humano por excelencia, puesto que se desea ser rico no para serlo, sino para alcanzar otras posibilidades. Su comprensión es tan radical, que incluso entenderá la vida de lucro como “antinatural”. Sin embargo, nadie podría conseguir con su riqueza, por ejemplo, una mejor vida, sino que la riqueza es un medio para alcanzarla, pero depende del carácter de quien maneja la riqueza y no de la riqueza misma (Sen, 1999, p. 24).

      En un ejemplo que tiene una relevancia fundamental para el análisis que se propone en este trabajo, queda claro que la riqueza por sí misma no impulsa la generación de libertades y capacidades en el individuo que la disfruta. Podría decirse que no debe preocuparse porque puede “pagar” a otros que tienen esas capacidades. Y aunque pudiera hacerse, como, por ejemplo, en el caso específico de un director o administrador que pague asesores o contadores para que resuelvan sus cuestiones financieras, eso no genera el desarrollo de esas capacidades ni promueve la ampliación de las posibilidades de acción de quien “paga”. Desde otra perspectiva, podría reflexionarse sobre el sentido de disfrutar de riqueza pero no de algunos derechos fundamentales, como la libertad de expresión, la participación en decisiones políticas o la construcción de un modo de vida digno y respetable.

      Aunque suele considerarse que el capitalismo es un sistema que sólo funciona gracias a la codicia de todo el mundo, el funcionamiento eficiente de la economía capitalista depende, en realidad, de poderosos sistemas de valoraciones y normas. De hecho, ver en el capitalismo

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