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provincia romana.

      Bernabé hizo mancuerna espiritual, yunta misionera, dúo ministerial con Pablo de Tarso. Cuando se va a enyugar dos bueyes hay un proceso: (1) Deben ser castrados o dañados para la fertilidad. (2) Se les entrena llevando un madero sobre el cuello y halando un palo. (3) Se enyugan bueyes del mismo tamaño y con fuerza similar.

      «Una vez más les digo, que si en este mundo dos de ustedes se ponen de acuerdo en lo que piden, mi Padre, que está en los cielos, se lo concederá» (Mt. 18:19, RVC).

      Dos personas o más en desacuerdo, difícilmente lograrán alcanzar una meta y desarrollar algún proyecto. Debemos ponernos de acuerdo en todo. Dos creyentes que se ponen de acuerdo en una tarea espiritual lograrán muchas cosas. Mirarán en la misma dirección. El mayor obstáculo para no lograr algo es el desacuerdo. Pongámonos de acuerdo si queremos lograr algo.

      Bernabé pudo buscar a cualquier otro como ayudante, pero desde el principio tuvo ojos clínicos para ver en Pablo a un futuro misionero. Y esos ojos clínicos se necesitan en el ministerio. Mi amigo el Pbro. Daniel de los Reyes Villarreal, Ex-Supt. de las Asambleas de Dios en México, ha tenido «ojos clínicos» para descubrir y apoyar muchos ministerios.

      Los líderes como Bernabé corren riegos de liderazgo. A Bernabé le importaba más la obra que él mismo. Por eso no tuvo temor en buscar a Saulo de Tarso, ni que con su brillo lo fuera a eclipsar. Muchos ayudantes alumbran tanto que no dejan a uno alumbrar. Y efectivamente, así fue para Bernabé de Chipre con Saulo de Tarso. Deseo compartir la siguiente fábula del libro La Culpa es de la vaca II (Jaime Lopera, Editorial Planeta Colombiana, 2015).

      Cuentan que una serpiente empezó a perseguir desesperadamente a una luciérnaga (inglés ‘lightning bug’), la cual huía rápido y con miedo de la feroz depredadora; no obstante, la serpiente no pensaba renunciar a su intento.

      Se evadió un día, pero el reptil no desistía. Dos noches y nada. En el tercer día, y ya sin fuerzas, la luciérnaga se detuvo y le dijo de frente a la serpiente:

      –¿Puedo hacerte tres preguntas?

      –No acostumbro a facilitar este precedente a nadie –repuso el ofidio–, pero, como te voy a devorar, puedes preguntarme lo que quieras.

      –¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?

      –No.

      –¿Yo te hice algún mal?

      –No.

      –Entonces, ¿por qué quieres acabar conmigo?

      –¡Porque no soporto verte brillar!

      «Esta pequeña fábula es muy representativa de lo que es hoy en día la fuerza de la envidia. Muy pocas veces las personas se alegran de los éxitos y de los logros de sus familiares y amigos».

      Hay personas envidiosas cuando ven a otros progresar, sobresalir, tener éxito, ser buscado por los demás, ser el centro de la atención, verlos destacados en cualquier asignación; la envidia los consume como la carcoma consume la madera. Si Jesucristo pone a otro a brillar más que tú, aunque tú trajiste a esa persona y lo ayudaste, dale gracias a Jesucristo y alégrate por esa persona.

      La mentoría. El pastor debe aprender con otro pastor. El evangelista debe aprender con otro evangelista. El misionero debe aprender con otro misionero. El profeta debe aprender con otro profeta. El líder debe aprender con otro líder. L oveja debe aprender de su pastor. Aquel que no quiere aprender de otro, no llegará lejos en la misión de Jesucristo.

      Bernabé y Pablo desarrollaron un ministerio próspero en Antioquía: «Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía» (Hch. 11:26).

      El mayor trabajo de un misionero es enseñar a la gente. De educarlos en la Palabra de Dios. Antioquía fue la cuna del nombre por el cual se conocería a los seguidores de Jesucristo. Se cuenta que los Antioqueños eran conocidos por poner sobrenombres a las personas. Y los seguidores de Jesús no se libraron de que se les pusiera un sobrenombre. Allí se les llamó «cristianos» (griego «cristianous»), que significa: «como Cristo» o «seguidores de Cristo».

      Esa aplicación de que cristianos significa «pequeños Cristos» o «hacernos un pequeño Cristo» es muy elástica, aberrante y sin sentido. Hace muchos años tuve la oportunidad de visitar Antioquía de Siria conocida como Antakya en Turquía y entrar en la Gruta de San Pedro, donde según la tradición se congregaba la iglesia de Antioquía, y se le atribuye al apóstol Pedro la fundación de la misma, aunque sabemos por el libro de Hechos que fueron creyentes de Chipre y de Cirene. La experiencia de haber conocido ese lugar ha quedado bien marcada en mi vida.

      Conclusión

      Pablo comenzaría como un ayudante de Bernabé, pero llegaría el día en que Bernabé sería el ayudante de Pablo. Para llegar a ser grande, se debe comenzar siendo primero pequeño.

      La ordenación de Pablo

      Hechos 13:2, RVR1960

       «Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado».

      Introducción

      Desde el principio el orden y el proceso para reconocer misioneros, apartarlos y enviarlos a las misiones, se hace evidente en la iglesia. La iglesia tipo Antioquía es un modelo misional.

      1. Los líderes en Antioquía

      «Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón, al que llamaban Níger, Lucio de Cirene, Manaén, el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo» (Hch. 13:1).

      El equipo ministerial en la iglesia de Antioquía de Siria estaba constituido por «profetas y maestros» (griego «prophetai kai didaskaloi»), es decir, predicadores que anunciaban la voluntad de Dios y maestros que enseñaban la Palabra. ¡Un verdadero equilibrio de conocimiento y proclamación! Enseñar y predicar es la gran responsabilidad de la Iglesia, adorar y alabar es la gran demostración de la Iglesia, evangelizar y plantar congregaciones es la Gran Comisión de la Iglesia.

      La fiebre del profetismo actual ha dado lugar a que muchos analfabetos de la Palabra de Dios, anden por ahí haciendo reclamos: «El Espíritu Santo me ha revelado». «Dios me ha dicho que diga». «Se reveló el Señor Jesucristo y me ha hablado y tengo que decirlo». «Siento decirte de parte de Dios…». «Siento por el Espíritu Santo esto y aquello». Se las pasan dando mensajes proféticos correctivos a otros, y que ellos mismos necesitan.

      Muchos profetas y profetizas son desequilibrados o manipuladores espirituales. Se transforman en dictadores espirituales y controlan a otros con su juego profético. Utilizan el don para su provecho personal y para humillación de otros. El don no es para hacer grande al poseedor, es para engrandecer al Dador del mismo que es el Espíritu Santo. Los dones son para edificación del cuerpo de Cristo que es la Iglesia.

      El primer líder nombrado en Antioquía era Bernabé y encabezaba el listado. Esto puede indicar que Bernabé, en griego «Barnabas», era «primus inter pares» o «primero entre iguales». Era un líder, cabeza en esta etapa de la naciente congregación de Antioquía. Al inicio de la plantación y la solidarización de nuevas obras, al ser estas obras debidamente establecidas, surgen líderes tipo Bernabé que luego serán substituidos por líderes tipo Pablo. Este es el ministerio del líder pionero, es decir, el que abre brecha. Y no necesariamente será el líder de permanencia o avanzada.

      La misión de algunos líderes es sembrar la Palabra, la de otros líderes es regar la Palabra, la de otros líderes es alimentar con la Palabra, y la de otros líderes ser cuidadores de los que son alimentados con la Palabra. Son líderes cuidadores. ¡Todos tenemos uno o más dones para la edificación de los santos!

      El segundo líder nombrado en Antioquía era Simón, apodado «Níger». Llamado también el «Negro» en

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