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El libro de las mil noches y una noche. Anonimo
Читать онлайн.Название El libro de las mil noches y una noche
Год выпуска 0
isbn 9788026834847
Автор произведения Anonimo
Издательство Bookwire
Por eso, ¡oh efrit poderoso! me ves aquí, pues voy en busca de mi cuñada, a la que deseo suplicar los desencante, porque van ya transcurridos los diez años. Al llegar me encontré con este buen hombre, y cuando supe su aventura, no quise marcharme hasta averiguar lo que sobreviniese entre tú y él. Y este es mi cuento".
El efrit dijo: "Es realmente un cuento asombroso, por lo que te concedo otro tercio de la sangre destinada a rescatar el crimen".
Entonces se adelantó el tercer jeique, dueño de la mula, y dijo al efrit: "Te contaré una historia más maravillosa que las de estos dos. Y tú me recompensarás con el resto de la sangre".
El efrit contestó: "Que así sea".
Y el tercer jeique dijo:
CUENTO DEL TERCER JEIQUE
¡Oh sultán, jefe de los efrits! Esta mula que ves aquí era mi esposa. Una vez salí de viaje y estuve ausente todo un año.
Terminados mis negocios, volví de noche, y al entrar en el cuarto de mi mujer, la encontré acostada sobre los tapices de la cama con un esclavo negro. Estaban conversando y se besaban haciéndose zalamerías, riendo y excitándose con juegos. Al verme, ella se levantó súbitamente y se abalanzó a mí con una vasija de agua en la mano; murmuró algunas palabras luego, y me dijo arrojándome el agua: "¡Sal de tu propia forma y reviste la de un perro!"
Inmediatamente me convertí en perro, y mi esposa me echó de casa. Anduve vagando hasta llegar a una carnicería, donde me puse a roer huesos. Al verme el carnicero, me cogió y me llevó con él.
Apenas penetramos en el cuarto de su hija, ésta se cubrió con el velo y recriminó a su padre: "¿Te parece bien lo que has hecho?
Traes a un hombre y lo entras en mi habitación". Y repuso el padre: "¿Pero dónde está ese hombre?" Ella contestó: "Ese perro es un hombre. Lo ha encantado una mujer; pero yo soy capaz de desencantarlo".
Y su padre le dijo: "¡Por Alah sobre ti!
Devuélvele su forma, hija mía". Ella cogió una vasija con agua, y después de murmurar un conjuro, me echó unas gotas y dijo: "¡Sal de esa forma y recobra la primitiva!" Entonces volví a mi forma humana, besé la mano de la joven, y le dije: "Quisiera que encantases a mi mujer como ella me encantó". Me dió entonces un frasco con agua, y me dijo: "Si encuentras dormida a tu mujer, rocíale con esta agua y se convertirá en lo que quieras".
Efectivamente, la encontré dormida, le eché el agua, y dije: "¡Sal de esa forma y toma la de una mula!" Y al instante se transformó en una mula, y es la misma que aquí ves, sultán de reyes de los efrits".
El efrit se volvió entonces hacia la mula, y le dijo: "¿Es verdad todo eso?" Y la mula movió la cabeza como afirmando: "Sí, sí; todo es verdad".
Esta historia consiguió satisfacer al efrit, que, lleno de emoción y de placer, hizo gracia al anciano del último tercio de la sangre.
En aquel momento Schehrazada vió aparecer la mañana, y discretamente dejó de hablar, sin aprovecharse más del permiso.
Entonces su hermana Doniazada dijo: "¡Ah, hermana mía! ¡Cuán dulces, cuán amables y cuán deliciosas son en su frescura tus palabras!" Y Schehrazada contestó: "Nada es eso comparado con lo que te contaré la noche próxima, si vivo aún y el rey quiere conservarme". Y el rey se dijo: "¡Por Alah! no la mataré hasta que le haya oído la continuación de su relato, que es asombroso".
Después el rey y Schehrazada pasaron enlazados la noche hasta por la mañana.
Entonces el rey marchó a la sala de justicia.
Entraron el visir y los oficiales y se llenó el diwán de gente. Y el rey juzgó, nombró, destituyó, despachó sus asuntos y dió órdenes hasta el fin del día. Luego se levantó el diwán y el rey volvió a palacio.
Y CUANDO LLEGO LA TERCERA NOCHE
Doniazada dijo: "Hermana mía, suplico que termines tu relato". Y Schehrazada contestó:
"Con toda la generosidad y simpatía de mi corazón". Y prosiguió después:
He llegado a saber, ¡oh rey afortunado! que cuando el tercer jeique contó al efrit el más asombroso de los tres cuentos, el efrit se maravilló mucho, y emocionado y placentero, dijo: "Concedo el resto de la sangre por que había de redimirse el crimen, y dejo en libertad al mercader".
Entonces el mercader, contentísimo, salió al encuentro de los jeiques y les dió miles de gracias. Ellos, a su vez, le felicitaron por el indulto.Y cada cual regresó a su país.
"Pero añadió Schehrazada es más asombrosa la historia del pescador".
Y el rey dijo a Schehrazada: "¿Qué historia del pescador es esa?" Y Schehrazada dijo:
HISTORIA DEL PESCADOR Y EL EFRIT
He llegado a saber, ¡oh rey afortunado! que había un pescador, hombre de edad avanzada, casado, con tres hijos y muy pobre. Tenía por costumbre echar las redes sólo cuatro veces al día y nada más. Un día entre los días a las doce de la mañana, fué a orillas del mar, dejó en el suelo la cesta, echó la red, y estuvo esperando hasta que llegara al fondo. Entonces juntó las cuerdas y notó que la red pesaba mucho y no podía con ella.
Llevó el cabo a tierra y lo ató a un poste.
Después se desnudó y entró en el mar maniobrando en torno de la red, y no paró hasta que la hubo sacado. Vistióse entonces muy alegre, y acercándose a la red encontró un borrico muerto.
Al verlo exclamó desconsolado: "¡Todo el poder y la fuerza están en Alah, el Altísimo y el Omnipotente!"
Luego dijo: "En verdad que este donativo de Alah es asombroso". Y recitó los siguientes versos: ¡Oh buzo, que giras ciegamente en las tinieblas de la noche y de la perdición! ¡Abandona esos penosos trabajos; la fortuna no gusta del movimiento!
Sacó la red, exprimiéndole el agua, y cuando hubo acabado de exprimirla, la tendió de nuevo. Después, internándose en el agua, exclamó: "¡En el nombre de Alah!" Y arrojó la red de nuevo, aguardando que llegara al fondo. Quiso entonces sacarla, pero notó que pesaba más que antes y que estaba más adherida, por lo cual la creyó repleta de una buena pesca, y arrojándose otra vez al agua, la sacó al fin con gran trabajo, llevándola a la orilla, y encontró una tinaja enorme, llena de arena y de barro.
Al verla se lamentó mucho y recitó estos versos: ¡Cesad, vicisitudes de la suerte, y apiadaos de los hombres! ¡Qué tristeza! ¡Sobre la tierra ninguna recompensa es igual al mérito ni digna del esfuerzo realizado por alcanzarla! ¡Salgo de casa a veces para buscar candorosamente la fortuna, y me enteran de que la fortuna hace mucho tiempo que murió! ¿Es así! oh fortuna! como dejas a los Sabios en la sombra, para que los necios gobiernen el mundo?
Y luego, arrojando la tinaja lejos de él, pidió perdón a A lah por su momento de rebeldía y lanzó la red por vez tercera, y al sacarla la encontró llena de trozos de cacharros y vidrios. Al ver esto, recitó todavía unos versos de un poeta: ¡Oh poeta! ¡Nunca soplará hacia ti el viento de la fortuna! ¿Ignoras, hombre ingenuo, que ni tu pluma de caña ni las líneas armoniosas de la escritura han de enriquecerte jamás?
Y alzando la frente al cielo, exclamó:
"¡Alah! ¡Tú sabes que yo no echo la red más que cuatro veces por día, y ya van tres!"
Después invocó nuevamente el nombre