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sentir que había hecho mucho bien solucionando ese caso. Ahora sabía demasiado de un mundo de explotación de mujeres y niñas para su propia comodidad.

      Pero estaba decidida a mantener tales pensamientos fuera de su mente ahora mismo. Sentía que se estaba relajando poco a poco. Comer en un restaurante con un amigo y sus hijas le recordaba cómo sería vivir una vida normal. Estaba viviendo en un hogar agradable y acercándose a un buen vecino.

      Blaine volvió y se sentó. Riley no pudo evitar observar una vez más que era atractivo. Sus entradas lo hacían verse maduro, y estaba en forma.

      “Lo siento”, dijo Blaine. “Este lugar opera bien sin mí cuando no estoy aquí, pero todos deciden que necesitan mi ayuda si estoy a la vista”.

      “Sé cómo es eso”, dijo Riley. “Estoy esperando que la UAC se olvide de mí por un tiempo si me quedo fuera de vista”.

      “Eso es imposible”, dijo April. “Te llamarán en poco tiempo. Pronto te dirigirás a otra parte del país”.

      Riley suspiró. “Pudiera acostumbrarme a que no me estén llamando a todo momento”.

      Blaine terminó un bocado de su dorado.

      “¿Has pensado en cambiar de carrera?”, preguntó.

      Riley se encogió de hombros. “¿Qué más haría? He sido un agente casi toda mi vida adulta”.

      “Estoy seguro de que hay muchas cosas que una mujer con tus talentos podría hacer”, dijo Blaine. “La mayoría de ellas son más seguras que ser agente del FBI”.

      Blaine lo pensó por un momento. “Puedo imaginarte de maestra”, añadió.

      Riley se rio entre dientes. “¿Crees que eso es más seguro?”, preguntó.

      “Depende dónde lo hagas”, dijo Blaine. “¿Y en la universidad?”.

      “Esa es una buena idea, Mamá”, dijo April. “No tendrías que viajar todo el tiempo. Y aún ayudarías a las personas”.

      Riley se quedó callada, analizando lo dicho. Dar clases en una universidad sería parecido a lo que había hecho en la Academia de Quántico. Le había gustado hacer eso. Siempre le daba la oportunidad de recargarse. Pero ¿querría ser profesora a tiempo completo? ¿Podría realmente pasar todos sus días dentro de un edificio sin actividad real?

      Pinchó una seta con su tenedor.

      “Podría convertirme en uno de estos”, pensó.

      “¿Y convertirte en investigador privado?”, preguntó Blaine.

      “No lo creo”, dijo Riley. “Desenterrar secretos sucios sobre parejas que están en pleno divorcio no me llama la atención”.

      “Eso no es todo lo que hacen los investigadores privados”, dijo Blaine. “¿E investigar fraude de seguros? Tengo un cocinero que está recibiendo beneficios de discapacidad, dice que su espalda no está bien. Estoy seguro que está fingiendo, pero no puedo probarlo. Podrías empezar con él”.

      Riley se echó a reír. Blaine estaba bromeando, obviamente.

      “O podrías buscar personas desaparecidas”, dijo Crystal. “O mascotas desaparecidas”.

      Riley se echó a reír de nuevo. “¡Eso sí me haría sentir que estoy haciendo algo realmente bueno en el mundo!”.

      April ya no estaba involucrada en la conversación. Riley vio que estaba enviando mensajes de texto y riéndose. Crystal se inclinó sobre la mesa hacia Riley.

      “April tiene un nuevo novio”, dijo Crystal. “No me agrada”, añadió silenciosamente.

      A Riley le molestaba que su hija estaba ignorando a todos los demás en la mesa.

      “Deja de hacer eso”, le dijo a April. “Es grosero”.

      “¿Por qué es grosero?”, dijo April.

      “Hemos hablado sobre esto”, dijo Riley.

      April la ignoró y escribió un mensaje.

      “Guárdalo”, dijo Riley.

      “En un minuto, Mamá”, dijo April.

      Riley sofocó un gemido. Desde hace mucho tiempo había aprendido que “en un minuto” significaba “nunca” en el mundo de los adolescentes.

      Su teléfono celular vibró en ese momento. Se sintió enojada consigo misma por no apagarlo antes de salir de casa. Miró el teléfono y vio que era un mensaje de su compañero del FBI, Bill. Pensó en no leerlo, pero simplemente no podía hacer eso.

      Cuando abrió el mensaje, levantó la mirada y vio a April sonriéndole. Su hija estaba disfrutando de la ironía. Silenciosamente furiosa, Riley leyó el mensaje de texto de Bill.

      “Meredith tiene un nuevo caso. Quiere discutirlo con nosotros lo antes posible”.

      En agente especial encargado Brent Meredith era el jefe de Bill y de Riley. Sentía una gran lealtad hacia él. No solo era un jefe bueno y justo, sino que alzó la voz en defensa de Riley varias veces cuando tuvo problemas en el trabajo. Sin embargo, Riley estaba determinada en no dejarse llevar, al menos no por los momentos.

      “No puedo viajar ahora mismo”, le respondió.

      “El caso es local”, respondió Bill.

      Riley negó con la cabeza, abatida. Mantenerse firme no sería fácil.

      “Después hablamos”, le respondió ella.

      Bill no le respondió más, así que Riley guardó el teléfono en su cartera.

      “Pensé que dijiste que eso era grosero, Mamá”, dijo April con una voz tranquila y taciturna.

      April aún estaba enviando mensajes de texto.

      “Ya terminé con el mío”, dijo, tratando de no sonar tan molesta como se sentía.

      April la ignoró. El teléfono celular de Riley vibró de nuevo. Dijo una grosería en voz baja. Vio que el mensaje de texto era de Meredith.

      “Te espero en la UAC mañana a las 9 AM”.

      Riley estaba tratando de pensar en una forma de excusarse a sí misma cuando le llegó otro mensaje.

      “Considéralo una orden”.

      CAPÍTULO DOS

      Riley se sintió horrible cuando vio las dos fotos en las pantallas que estaban encima de la mesa de la sala de conferencias de la UAC. Una era una foto de una chica despreocupada con ojos brillantes y una sonrisa. La otra era su cadáver, horriblemente demacrado y acostado con los brazos apuntando en direcciones extrañas. Riley sabía que debía haber otras víctimas como esta ya que había sido ordenada a asistir a esta reunión.

      Sam Flores, un técnico de laboratorio inteligente con gafas negras, estaba andando la pantalla multimedia para los cuatro agentes sentados alrededor de la mesa.

      “Estas fotos son de Metta Lunoe, diecisiete años de edad”, dijo Flores. “Su familia vive en Collierville, New Jersey. Sus padres denunciaron su desaparición en marzo, había escapado de casa”.

      Vieron un enorme mapa de Delaware en la pantalla que indicaba una ubicación con un puntero.

      Él dijo: “Su cuerpo apareció en un campo en las afueras de Mowbray, Delaware el dieciséis de mayo. Alguien había fracturado su cuello”.

      Flores colocó otras fotos, una de otra chica joven vibrante, la otra mostrando su cuerpo casi irreconocible con brazos estirados de manera similar.

      “Estas fotos son de Valerie Bruner, también de diecisiete años, una chica que se había escapado de Norbury, Virginia. Ella desapareció en abril”.

      Flores señaló otra ubicación

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