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a Sage, y que no se lo robó. En el fondo, María sabía que probablemente tenía razón. Aún así, tenía que culpar a alguien; era mucho más fácil de culparse a sí misma.

      Alguien la golpeó, y María se deslizó de la pila de calabazas, aterrizando en el suelo, y sus vaqueros se llenaron de barro.

      “¡Qué te pasa!" Ella gritó, furiosa.

      Era uno de los chicos borrachos. Varios cientos de su clase se habían reunido allí, como tradicionalmente siempre lo hacían, el día después de la gran fiesta del otoño, en este estúpido evento de la escuela de "cosecha de la calabaza". Todo el mundo sabía que realmente nadie recogía calabazas, todos se sentaban alrededor del campo de calabazas, bebiendo sidra de manzana caliente y comiendo donas, mientras que la chusma de la clase mezclaba la sidra con ginebra. Uno de esos chicos la había golpeado. Él ni siquiera se había dado cuenta, e insultaba mientras se tambaleaba. María lo conocía, y sabía que todos los chicos que bebían a esa edad no terminarían haciendo nada con sus vidas, al menos eso la consolaba.

      María tenía que aclararse la cabeza. No podía soportar más, estar junto a todo eso. Sólo quería huir. Todavía estaba muy molesta, y ahora ni siquiera sabía por qué. Perder a su mejor amiga, aun con Jasmine y Becca allí, la hacía sentir como suelta. Y aun peor, todavía sentía deseos por Sage. Pensar en él la estaba volviendo loca.

      María se puso de pie y comenzó a caminar.

      "¿A dónde vas?" Jasmine preguntó.

      María se encogió de hombros.

      “Voy a tomar un poco de aire."

      María se abrió paso entre la multitud, alejándose más y más hacia el campo de las afueras de la ciudad, mientras miraba a todos los niños sosteniendo sus tazones, sentados alrededor, riendo, todo el mundo parecía estar muy feliz. Todo el mundo menos ella. En ese momento, los odiaba a todos.

      María llegó al borde de la multitud y siguió caminando hasta un pajar solitario,  en la base del laberinto de maíz.

      Puso su cabeza entre las manos y contuvo las lágrimas. Se sentía deprimida, y no sabía por qué. Sobre todo, pensó, porque Scarlet no era parte de su vida. Solía enviarle mensajes de texto cien veces al día. Tampoco entendía por qué había ocurrido todo eso. Y no podía dejar de pensar en Sage, aunque sabía que ella no le gustaba. Cerró los ojos y pidió y pidió para que él apareciera.

      Sage, daría cualquier cosa, pensó. Ven acá. Te deseo. Te necesito.

      "¿Qué está haciendo alguien tan bonita como tú sentada aquí sola?" se escuchó la voz oscura y seductora.

      María se estremeció mientras abría los ojos y estaba en completo estado de  shock al ver quien estaba ante ella. No era Sage. Pero era un chico, si era posible, aún más magnífico que Sage. Llevaba botas de cuero negro, pantalones de cuero negro, una playera negra, un pequeño collar de dientes de tiburón negro y una chaqueta de cuero negro ajustado. Tenía los ojos grises y el cabello castaño ondulado, y una pequeña sonrisa, que era perfecta. Tenía más atractivo sexual que cualquier chico que jamás había visto: parecía una estrella de rock que había  salido del escenario sólo para verla.

      María parpadeó varias veces y miró a su alrededor, preguntándose si era una broma. Pero él era el único allí, y realmente estaba hablando con ella, y a nadie más. Ella intentó responder, pero las palabras se le atascaron en la garganta.

      “¿Bonita?" Fue todo lo que atinó a decir, con el corazón desbocado en su pecho.

      Él se rió, y fue el sonido más hermoso que ella jamás había oído.

      "Vamos, ellos se están divirtiendo. ¿Por qué tú no?”

      Sin esperar, él se le acercó con gracia y extendió la mano, y sin darse cuenta, ella la tomó, saltando fuera de la pila de heno, y lo siguió; tomados de la mano los dos caminaron hacia el laberinto de maíz. Se sentía tan atraída por él, que ni siquiera se detuvo a pensar de que esto no era algo exactamente normal. Una fantasía de ella se había materializado y la había arrastrado. Pero no iba a empezar a hacer preguntas.

      "Um … ¿quién eres?" ella preguntó, tentativamente, con voz temblorosa, abrumada al sentir la mano del chico entre las suyas.

      "Estaba buscando una pareja para entrar al laberinto de maíz", dijo con una sonrisa cuando entraron. "Es mi día de suerte. María, ¿no? "

      Ella lo miró con asombro.

      "¿Cómo sabes mi nombre?"

      Él sonrió y se rió.

      "Pronto sabrás que yo", dijo él, “lo sé casi todo. Y en cuanto a mi nombre: me puedes llamar Lore.”

*

      Lore caminó tomado de la mano de la amiga de Scarlet, encantado consigo mismo por lo fácil que había sido seducirla. Estos seres humanos eran demasiado frágiles, demasiado ingenuos, ni siquiera era justo. Incluso, apenas había necesitado usar sus poderes y, en pocos minutos, la tenía en la palma de su mano. Una parte de él quería alimentarse de ella, drenar la energía de su cuerpo, y deshacerse de ella como lo había hecho con otros seres humanos.

      Pero, otra parte de él le decía que debía ser paciente. Después de todo, había volado por el campo y había bajado sólo por ella. Lore había estado buscando una manera de llegar con Scarlet y, mientras volaba, había percibido los fuertes sentimientos de María atravesando el universo; había sentido su deseo por Sage, su desesperación. Se había sentido atraído como un imán.

      Lore había ubicado a María con su ojo de águila desde los cielos y, al bajar, se dio cuenta de que, después de todo, ella sería la trampa perfecta, alguien tan sola, tan vulnerable y tan cercana a Scarlet. Si alguien sabía cómo encontrar a Scarlet, debía ser ella. Lore decidió que entablaría una amistad, la utilizarla para encontrar a Scarlet, y cuando terminara, la mataría. Mientras tanto, podría divertirse con ella. Esta humana patética creería cualquier fantasía que quisiera.

      "Um … no entiendo …", dijo María, mientras caminaban, con la voz temblorosa, nerviosa. "Explícamelo otra vez. ¿Dijiste que … que eres nuevo aquí?"

      Lore se rió.

      "De alguna manera", dijo.

      “¿Como que vas a estar en nuestra escuela?" ella preguntó.

      "No creo tener tiempo para ir a la escuela", respondió.

      "Qué quieres decir? ¿No tienes mi edad?” Ella preguntó.

      "Sí. Pero terminé la escuela hace mucho tiempo.”

      Lore estuvo a punto de decir hace siglos pero se contuvo en el último segundo, por suerte.

      “¿Hace mucho tiempo? ¿Qué quieres decir? ¿Estás como avanzado o algo así?“ Ella lo miró con ojos llenos de admiración, y él le devolvió una sonrisa.

      "Algo así", dijo. "Así que tus amigos están allí, en la fiesta?", Añadió.

      María asintió.

      "Sí, todos excepto … Bueno, ya no soy su amiga, así que sí, todos."

      “¿Excepto quién?" Lore preguntó, intrigado.

      María se ruborizó.

      "Bueno, mi mejor anterior amiga. Ella no está allí. Pero como dije, ya no somos amigas.”

      “¿Scarlet?" él preguntó, arrepintiéndose inmediatamente por haber dicho demasiado.

      María lo miró, suspicaz.

      "Como, ¿cómo sabes todo esto? ¿Estás como acechándome?”

      Lore comenzó a sentir que ella se estaba alejando de él, y no quería perderla. Él la miró, le tomó sus mejillas, hizo que lo mirara, y sus ojos brillaron en los de ella. Ella parpadeó, y entonces él borró los últimos treinta segundos de su conversación  de su memoria.

      María parpadeó varias veces, él le tomó la mano, y siguieron caminando.

      Estuvo cerca, él pensó. Vamos a empezar de nuevo.

      “¿Entonces

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