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y como se ha señalado, a pesar de los datos recogidos y analizados todavía existe mucho de la violencia doméstica que no es denunciado precisamente por la proximidad entre la víctima y el agresor, ya sea porque exista una relación afectiva o de dependencia. Así es difícil que un anciano denuncie a un nieto, aun cuando se produzca una agresión por parte de este.

      A medida que se dé más visibilidad a estos casos, y sobre todo la posibilidad de denunciar, los datos recogidos serán más próximos a los reales.

      A pesar de lo anterior, se ha de prestar especial atención al perfil de la víctima para poder establecer mecanismos de denuncia y ayuda; y por otra parte con respecto al perfil del agresor para implementar medidas de prevención.

      <<Ante un acontecimiento estresante o una situación de naturaleza excepcionalmente amenazante o catastrófica (catástrofes naturales, accidentes, atentados terroristas, agresiones, malos tratos, abuso o agresión sexual, tortura, secuestro, etc.) vivido ya sea de forma directa o indirecta, se produce en las víctimas un sentimiento de miedo intenso, indefensión, amenaza y pérdida de control que tendrá unas consecuencias traumáticas en la persona que lo sufre.

      Cuando ha ocurrido un episodio único, el trauma o daño psicológico habitualmente cursa en fases. En una primera fase hay una primera reacción de sobrecogimiento y embotamiento generalizado, que se caracteriza por lentitud en las reacciones y mecanismos de negación. Es lo que se denomina estado de “shock”. En una segunda fase, aparecen fuertes reacciones emocionales de dolor, rabia, impotencia, culpa, miedo que alternan con periodos de profunda tristeza y abatimiento. Por último, pueden aparecer las reexperimentaciones del suceso de forma espontánea o ante estímulos relacionados. Estas reacciones pueden dar lugar al T.E.P. (Trastorno de Estrés Post-traumático).

      Cuando la situación de violencia se hace crónica en el tiempo, como ocurre en el abuso sexual o maltrato infantil y en la violencia de género, las víctimas pueden presentar alteraciones en la personalidad en cuanto a su capacidad para relacionarse y a su propia identidad. Esto es lo que se ha denominado Trauma complejo.

      Es importante señalar también que, en ocasiones, puede ocurrir un daño psicológico ante situaciones que aparentemente no son traumáticas pero que la persona las vive como tal debido a sus propias características personales, momento evolutivo, consecuencias para su vida, etc.>>

      Virginia Mora, Experta en Violencia y Trauma.

      Al respecto comparto mi experiencia, mientras realizaba un taller de Bioenergética, dentro de las actividades programadas de un congreso internacional de estudiantes de psicología donde presenté una ponencia.

      El taller consistía en realizar una práctica colectiva empleando la técnica de la Bioenergética, la cual presupone que tenemos unas defensas “activas” que permiten llevar una vida “normal” a pesar de los acontecimientos traumáticos vividos.

      La tarea consiste en mantener una postura el mayor tiempo posible, parecida a las que se usan en yoga. Se espera que cuando el organismo se agote, baja sus “defensas” y aflora cualquier conflicto o trauma.

      Ã‰ramos un reducido grupo de unas diez personas, que una a una iba “cayendo” de cansancio, tras lo cual debían de compartir su experiencia con el resto.

      En un momento determinado, una de las alumnas se dejó caer y empezó a golpear los cojines que había en el centro del círculo que formábamos los participantes, a la vez que gritaba, “¿Por qué?; Tío, ¿Por qué a mí?”.

      Evidentemente por su expresión corporal y sus palabras estaba de alguna forma rememorando un acontecimiento traumático, probablemente un abuso infantil, pero a la hora de compartir su experiencia en el grupo prefirió no hacerlo, poniéndose serie y rígida, y siguiendo como si nada hubiese pasado.

      De esta manera, la chica había “subido” sus defensas, según la teoría Bioenergética, lo que le permitía tener una vida “normal”, ajeno al sufrimiento que había sido capaz de rememorar en ese ejercicio.

      Con ello quiero resaltar que a pesar del tiempo que transcurra, si no se trata en terapia, determinados eventos del pasado, como el haber sufrido maltrato o abuso durante la infancia, van a estar ahí, afectando a cualquier edad, e influyendo en la vida sin que la persona sea consciente de ello.

      <<¿Por qué se produce el trauma?

      El trauma o daño psicológico ocurre a consecuencia de que el suceso negativo que ha experimentado la persona desborda su capacidad de afrontamiento y de adaptación. Cuando nos enfrentamos a una situación que nos genera de forma abrumadora dolor, miedo, vergüenza, indefensión o pánico bien sea por su intensidad, por el momento vital en el que ocurre o porque no exista posibilidad de defenderse o de huir de la situación que nos daña, el sistema de defensa del organismo puede verse colapsado y no es capaz de procesar adecuadamente lo ocurrido ni de elaborar una respuesta de control. Debido a lo cual, el sistema de defensa se mantiene en un inadecuado estado de alerta permanente que va a provocar que ante cualquier estímulo relacionado con la situación traumática se disparen las mismas reacciones a nivel fisiológico, cognitivo, comportamental y emocional que se pusieron en marcha ante el acontecimiento traumático. >>

      Virginia Mora, Experta en Violencia y Trauma.

      Uno de los problemas con respecto al trauma y cómo afrontarlo es la falta de denuncia por parte de la víctima, ya sea porque tema las consecuencias del agresor o porque este sea un familiar o persona próxima a la familia.

      En ocasiones, es el propio profesional de la salud quien se ve imposibilitado a ofrecer una “solución” más allá de ayudar a la persona a sobrellevar su situación.

      Tal y como tuve la oportunidad de comprobar hablando con una colega, docente universitaria de un país iberoamericano que además recibía en terapia a personas de barrios desfavorecidos.

      Ella me narraba cómo estaba atendiendo a una madre de una menor, la cual era abusada por su padre, una situación de la que no podía “salir”, pues no quería abandonarle, ni contaba con medios o recursos para independizarse y dejar todo aquello atrás.

      Mi compañera me contaba con resignación lo limitado de su intervención, máxime cuando ni siquiera era a la menor a la que atendía sino a su madre. Una situación “sin salida” en la cual la madre sufría por los abusos de su hija sin poder “hacer nada”.

      <<¿Cómo se trata el trauma?

      La intervención psicológica con las personas que han sufrido un trauma va a depender en gran medida del enfoque y abordaje terapéutico que utilice cada profesional.

      Diferentes autores especializados en trauma como Pierre Janet, Van del Kolk o Herman, establecen la necesidad de abordar la intervención por fases.

      En una primera fase de Estabilización, el objetivo será la reducción o eliminación de sintomatología postraumática. Se trata de dotar a la persona de recursos y herramientas para la regulación y autocontrol emocional, aprendizaje de estrategias de afrontamiento y fortalecimiento de sus recursos personales. En definitiva, tiene que ser una fase de empoderamiento.

      En una segunda fase nos centraremos más en una intervención sobre el hecho traumático. Se trata de superar la fobia al recuerdo, procesando adecuadamente lo vivido de tal forma que pueda ser “engranado” en la narrativa biográfica de la persona. La memoria traumática suele estar fragmentada, sin narrativa, con recuerdos sensoriales de gran impacto y sin integración. El objetivo por tanto es integrar. En esta fase pueden utilizarse técnicas como el E.M.D.R. (Eye Movement Desensitization and Reprocessing) que están demostrando una gran eficacia

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