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¡polly!. Stephen Goldin
Читать онлайн.Название ¡polly!
Год выпуска 0
isbn 9788873042785
Автор произведения Stephen Goldin
Жанр Юмор: прочее
Издательство Tektime S.r.l.s.
âBueno, no te quedes bajo este solâ dijo haciéndole señas para que entrase. âEntra que aquà hay aire acondicionado y se está bien. Bienvenido a Green House.â
âGracias,â dijo poniendo un pie dentro. Ella cerró la puerta tras él, y enseguida sintió el lujo. No habÃa sentido frÃo desde hacÃa horas.
Estaban en un vestÃbulo echo de baldosas de mármol negras y blancas y una enorme lámpara de cristal colgando de un techo alto. HabÃa un largo pasillo que llevaba hasta la parte trasera de la mansión, con varias puertas que daban a diferentes habitaciones. Unas amplias escaleras con una alfombra verde llevaban al piso superior.
âOdio molestar de esta manera...â empezó diciendo, pero ella lo volvió a interrumpir.
âNo digas tonterÃas. No es molestia. No es tu culpa el lugar donde tu coche se estropea, ¿verdad?â
âNo,â dijo con un profundo suspiro. âMe estaba preguntando si me dejarÃas usar el teléfono un momento.â
âLo harÃa si tuviera uno.â
â¿Vives en un lugar tan apartado en medio de la nada sin teléfono?â
âSi tuviera uno, la gente no dejarÃa de llamarme todo el ratoâ dijo ella. âHay demasiada gente intentando hablar conmigo. Prefiero ser un poco difÃcil de localizar.â
â¿Pero si tienes algún problemaâ le dijo. â¿Y si necesitas comunicarte con alguien?
âNo tengo problema alguno a la hora de comunicarme con el que quieroâ dijo ella âY no hay problema que mi servicio no pueda solucionar.â
âOh, tienes servicio. Supongo que entonces nada.â
âSip. De echo, iba a sugerirte que mi chófer echara un vistazo a tu coche. Seguramente sepa como repararlo.â
âNo quiero meterte en problemas...â
âPara nada. Fritz hará su trabajo. Es por esto que está aquÃ.â Cogió su medallón y habló por él. âFritz, hay un coche fuera que parece que ha dejado de funcionar. ¿PodrÃas echarle un vistazo y hacerlo que vuelva a funcionar?â
âJa, meine frauleinâ dijo la voz a través del medallón. Aquella voz tenÃa un acento tanto de alemán de Hollywood que podÃa escuchar el taconeo de sus talones.
âMuchas graciasâ dijo él.
Ella se dio la vuelta. âMe llamo Polly, por cierto.â
âOh, esto... y yo Rod.â
Ladeó su cabeza hacia la izquierda. âNo pareces ninguna âcañaâ2 dijo sentenciosamente.
â¿Qué aspecto tiene una âcañaâ?â
âEsto, algo largo, cilÃndrico y rÃgidoâ le dijo regalándole una sonrisa malvada. âPor supuesto, entiendo que sea tu apodo.â
Ãl se sintió ruborizado. âEs por Heródotoâ dijo calmadamente mientras se preguntaba porque lo decÃa. Casi nunca se lo habÃa contado a nadie âni mucho menos a un completo desconocido.
âAh, el historiador griegoâ gritó Polly. âGenial.â
â¿Lo conoces?â
âPor supuesto, amo la Antigua Grecia.â
âSÃ, y también mi padre. Era profesor de civilizaciones clásicas.â
âTenÃa que quererte de verdad para darte tal honorable nombre.â
Heródoto resopló con desprecio. âHeródoto Shapiro es un nombre horrible para un chico judÃo.â
âMe gusta. ¿Puedo llamarte âHeroâ?â
âPrefiero Rod.â
âPuedes ser mi Héro-eâ dijo ella, ignorando por completo sus palabras. âEs mejor que âHer,â ¿no?â
âHaz lo que quierasâ dijo resignándose. TenÃa mayores problemas en su vida en aquel momento que preocuparse por como le llamaba una niña tonta y rica. Uno de sus problemas era el apartar su mirada del increÃble cuerpo de aquella niña tonta y rica evitando dejar el suelo lleno de babas.
Ella lo rodeó con sus brazos y lo llevó a la habitación a su derecha. âEntra a la sala y únete a la fiesta.â
â¿Fiesta?â Sintió una opresión en el pecho. Las fiestas conllevan gente, normalmente gente feliz. La gente feliz era la última cosa que necesitaba en su vida en aquel momento. âEh, no quisiera ir a una fiesta a la que no he sido invitadoââ
âNo tienes porque si no quieresâ le dijo Polly.
Ãl estaba demasiado en guardia y sudado y despeinado. âNo estoy seguro de que vaya conmigo. Seguramente no conozco a nadieââ
âNo te preocupes. Todo estará bien. Son buena gente. No invito a quien no lo sea.â
âPero, esto... no voy vestido para una fiesta.â
âNo te preocupes. Todos mis amigos vienen-tal-cual. Muy informal. Creo que las personas son más importantes que su ropa. Ven.â
Abrió la puerta corrediza y le invitó a que entrara al gran salón. La habitación estaba llena de gente. HabÃa una banda tocando música instrumental discretamente en el fondo, y gente hablando amigablemente. Se podÃa escuchar risas desde diferentes sitios.
La alfombra era azul pálido, cubierta por un par de tapetes Persas sobre un suelo azul. El papel de las paredes era de un tono azul pastel con bandas azul marino horizontales cerca de la parte superior y el revestimiento de madera. HabÃa un largo sofá de brocado Empire y cinco sillas de jacquard verde con pequeños manojos de campanillas en forma de diamante, y un gran piano celeste en la esquina opuesta. Pequeñas mesas de caoba habÃa sido colocadas bajo un espejo de plato con esquinas biseladas. Todo el mundo estaba hablando de pie; nadie permanecÃa sentado en tales sofisticados muebles.
Ãl contempló la gran multitud, pero no pudo encontrar ninguna cara conocido. â¿Cómo has logrado reunir tanta gente en un lugar en medio del desierto?â
âLos invitéâ dijo Polly sin rodeos. âA la gente le gusta venir a mis fiesta.â
Pulsó un botón en su medallón y sonó un leve pero insistente carillón en la habitación. La gente dejó de conversar para ponerse a mirar hacia la puerta.
âHola a todosâ dijo ella âespero que lo estéis pasando bien.â
Mucha gente asintió, otros contestaron con algún movimiento. âBienâ dijo Polly âsi hay algún problema, decÃdmelo. Me gustarÃa presentaron a miHéro-e. De echo, se llama Herodotus Saphiro, pero creo que Héro-e le queda mejor. Haced que se sienta a gusto.â Los invitados lo saludaron, cosa que hizo sentir a Herodotus más avergonzado.
Polly se dio media vuelta hacia él. âParece que necesitas una bebida.â