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la intención de abrir el canal comunicativo y construirlo, trae consigo el significado de reconocer al otro y mostrarle respeto.

      De este modo, la fase inicial de la interacción verbal está constituida por un acto de habla expresivo que puede estar seguido, en mayor o menor medida, por otros intercambios de secuencias discursivas medianamente extensas. La extensión de estas secuencias depende de la cercanía entre los dos agentes; cuando estos no se conocen bien, escogen una secuencia de aproximación indirecta, como preguntar por el clima, por la jornada de trabajo, noticias de actualidad, etcétera (Padilla, 2003).

      Fotografía 3. Transportando pasajeros

      Fuente: Fotografía de Lorena Galeano, 27 de noviembre de 2014.

      Para algunos conductores, un tiempo de silencio —mientras se comparte con una persona extraña un espacio tan reducido como el de un vehículo de taxi— es interpretado como incómodo. Frente a la acción de guardar silencio, tanto los conductores como los pasajeros han creado sus propias formas de lidiar con este fenómeno: el uso del radio, en el caso de los conductores, y el uso del celular, en el de los pasajeros, por citar algunos ejemplos. Además, los intercambios de símbolos verbales por medio de la conversación son una herramienta para liberar las tensiones que produce el encuentro de dos extraños en un taxi durante 35 minutos aproximadamente —tiempo promedio de un trayecto, en Bogotá— (Acevedo y Rodríguez, 2012).

      Después del saludo —si es que se da— se habla sobre el destino y, enseguida, de la ruta que el pasajero quiere tomar o de la sugerida por el conductor. Este acto comunicativo que los pasajeros realizan crea ­expectativas de relevancia en el conductor, pues este procesa la información que le fue suministrada por el pasajero; al interpretarla, su acción de respuesta será seguir la ruta indicada o, dado el conocimiento que tiene de la movilidad, sugerir rutas alternas (Padilla, 2003). Se establece, así, una negociación entre conductor y pasajero para determinar qué ruta tomar.

      Ciertos conductores indicaron que el pasajero tiene mayor influencia en la negociación sobre las rutas a tomar. Uno de ellos es Ramiro: un conductor de taxi de 36 años con quien conversamos en la calle 42 con carrera 13. Él nos comentó que el cliente “es quien finalmente paga por el servicio […] uno [el conductor de taxi] es el asesor para el usuario. El usuario le dice a uno por dónde quiere ir y uno le sugiere” (Ramiro, conductor de taxi, 15 de febrero, calle 42, 11:00 a. m.). En últimas, para Ramiro, la decisión que determina qué ruta tomar es del usuario, no del conductor.

      Es aquí donde el proceso comunicativo del trabajo inmaterial de Lazzato (2001) se hace relevante en el trabajo de conducir taxi; el canal que se abre por medio del saludo permite que los conductores creen un servicio que involucra al cliente en el proceso de producción para satisfacer, así, los gustos y necesidades del consumidor: servirle de guía para la ruta a tomar, por ejemplo. El pasajero se involucra en el proceso de trabajo, aunque no esté recibiendo ningún beneficio monetario por esto; colabora para producir un servicio a su gusto. De modo que esta comunicación se vuelve parte del proceso de producción y, a su vez, lo que se consume en el servicio.

      Sin embargo, no todos los conductores de taxi acatan las rutas indicadas por los pasajeros, algunos ni siquiera preguntan por estas. Más bien, guían su acción de movilizar a los pasajeros teniendo en cuenta el conocimiento que poseen sobre las vías de Bogotá, pues diariamente la transitan y se significan a sí mismos como conocedores de la ciudad. Lo anterior ha sido interpretado por ciertos pasajeros como algo negativo y peligroso, ya que el conductor es un desconocido para ellos y no tienen la certeza de que la ruta escogida por ese conductor sea la mejor, o si es una vía para que este obtenga mayores ganancias o, incluso, quiera robarlos.

      Ahora bien, para analizar mejor lo anterior es importante tener en cuenta que en el capitalismo contemporáneo se incorporan la ciencia, la tecnología, el conocimiento y la voluntad y, en ese sentido, el trabajo de conducir taxi es interpretado, en el contexto social, como la voluntad dirigida a cumplir un fin: transportar en el menor tiempo al pasajero hacia el lugar de destino y, así, poder tener más clientes y más ganancias. Esta voluntad del conductor de taxi se desarrolla gracias a la dinámica de flexibilización en tiempo y espacio que tiene este trabajo, el cual se torna productivo sin ser subordinado. Además, tiene las condiciones para convertirse en una actividad que le perite al conductor —por el conocimiento que ha desarrollado y por su voluntad de transportar a varios pasajeros durante la jornada laboral— tener la potestad de decidir sobre la ruta a tomar.

      De ahí que algunos conductores tomen por las vías que ellos mismos consideran apropiadas, sin consultar a sus pasajeros, pues prima su conocimiento sobre la ciudad y los objetivos y metas que estos evalúan, los cuales son relevantes en la situación a la que son llamados a actuar, como ahorrar tiempo o ganar más dinero. Cuando esto sucede, se construye un significado negativo del servicio de taxi. Esta percepción sobre el servicio es relevante en tanto que es un trabajo cuya producción se basa en la interpretación que le da el pasajero a la atención que recibe.

      Sin embargo, Nora —de 36 años— así como otras conductoras, guía sus acciones por el significado que tienen los pasajeros para ella: ser fuente de su trabajo. Por eso accede a darles la responsabilidad de determinar la vía por la cual quieren llegar al destino. Así pues, por medio de esta acción, construye un canal comunicativo para involucrar al cliente en el proceso del servicio que está consumiendo, y que es central en los trabajos de producción inmaterial (Lazzarato, 2001). Nora, que arrienda el taxi en turno largo y que visita la terminal de transporte de Bogotá frecuentemente, expresó lo siguiente:

      El usuario es la herramienta principal de mi trabajo, es el que me da de comer, por eso hay que respetarlo. Si quiere que le baje a la música, le bajó; porque hay conductores que tienen música a todo volumen y no les interesa lo que piense el usuario. Hay conductores de paso, que no tratan bien al cliente [hace referencia a conductores que solo están en el oficio mientras consiguen algo más estable]. En mi caso, es de tratar bien al cliente. Yo respeto mucho al cliente. (Nora, conductora de taxi, la terminal, 16 de abril de 2016, 10:10 p. m.)

      Asimismo, los conductores han construido otros significados alternos de sus pasajeros como el de ser generadores de estrés. Para ilustrar, mencionamos las palabras del conductor Ricardo, quien lleva en este oficio doce años (empezó a los 17). Él nos comentó lo que le genera estrés en su trabajo: “La conducción de los otros carros, los trancones, las malas vías, las vías reducidas y el estrés que puede producirse por clientes que se suben a discutir” (Ricardo, conductor de taxi, calle 42, 19 de febrero de 2016, 3:00 p. m.). De manera que los pasajeros además de significar la fuente

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