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La censura de la palabra. José Portolés Lázaro
Читать онлайн.Название La censura de la palabra
Год выпуска 0
isbn 9788437099576
Автор произведения José Portolés Lázaro
Жанр Документальная литература
Серия Oberta
Издательство Bookwire
27. Paxton (2008: 91).
28. Pese a haberse nacionalizado en 1927, siguió dependiendo informativamente de la francesa. La Agencia EFE reemplazó a la Agencia Fabra en 1938 (Seoane y Sáiz, 1998: 43).
29. Paz (1989a).
30. Chomsky y Herman (2013 [1988]: 65-66).
31. Wikipedia la fundaron James Wales y Larry Sanger en 2001 (Burke, 2012: 317).
32. Wikipedia (en línea: s. v.).
33. Spears (2011: 214).
34. Frédéric Bobin (disponible en línea: <www.lemonde.fr>, consulta: 23-8-2008); Morozov (2012a: 347).
35. Que no exista organización jerárquica no excluye que los grupos sociales tengan «líderes de opinión» que encaminen su comportamiento o que actúen como gatekeepers informales –controladores del flujo de información–. Los estudios sobre la importancia del líder de opinión en los grupos comienzan con el sociólogo vienés emigrado a EE. UU. Kurt Lewin (1890-1947) (Mattelart y Mattelart, 2010: 42; McQuail, 2010 [1994]: 328).
36. Disponible en línea: <elpais.com>, consulta: 27-04-2015.
37. Mumby y Clair (2000: 264-265).
38. Fragnito (2010: 40).
39. Kamen (20042: 92 y 111).
40. Gutiérrez-Lanza (2000: 33 y 55).
41. Viñao (2004: 70), Larraz (2014: 61).
42. Vignoles (2011); Vignoles, Schwartz y Luyckx (2011); Benigno (2013: 55-82).
43. Fruto de esta tarea es su libro de 1921 (Spitzer, 2014 [1921]). Para una enumeración comentada de censores de libros de la época de Franco, Larraz (2014: 88-94); por lo general, también tenían otro trabajo.
44. Gil (20073: 11). «El verbo significarse, de claras connotaciones políticas, se usaba mucho en la posguerra española y entrañaba una toma de partido, así como el derecho, por parte de la sociedad a investigar en determinada conducta. ¿Cómo va a estar ése empleado en Abastos? ¿No se había significado con los rojos?, se podía oír, por ejemplo» (Martín Gaite, 1994: 185-186).
45. Schegloff (1991), Antaki y Widdicombe (1998).
46. Disponible en línea: <www.elpais.com>, consulta: 22-04-2014.
Capítulo 2
LA IDEOLOGÍA COMO NORMA
Los seres humanos comparten intenciones y ello los conduce a cooperar. No se trata únicamente de algo aprendido de sus progenitores, sino que se asienta en una base evolutiva: estamos biológicamente adaptados para actuar cooperativamente como miembros de un grupo. De acuerdo con Tomasello (2013: 132), es casi inimaginable que dos chimpancés colaboren espontáneamente en transportar un objeto pesado o en fabricar algo, un comportamiento que, sin embargo, los seres humanos llevamos a cabo desde la infancia.
Esta cooperación humana conduce a que tengamos expectativas en el comportamiento de nuestros congéneres, expectativas que, cuando pasan al dominio público, se convierten en normas. De hecho, un niño de dos o tres años ya busca normas en la conducta de los adultos.1 La esencia de una norma social se encuentra en la presión del grupo sobre el individuo para que la cumpla bajo la amenaza de algún tipo de un castigo. No obstante, este comportamiento no se encuentra en otros primates. Cuando un chimpancé le hurta un alimento a otro, quien ha sufrido el robo lo hostiga e intenta que no disfrute de lo robado; ahora bien, el resto de los chimpancés no actúa del mismo modo: no persigue al ladrón. Entre los chimpancés, contrariamente a lo que sucede con los humanos, no hay claramente un castigo por parte de terceros ante las acciones que no se acomodan a lo establecido.2
Como vimos más arriba (§ 1.1), los seres humanos no solo actuamos de un modo físico, sino también con la palabra y, por tanto, no ha de extrañar que se hayan desarrollado normas también en este ámbito. El censor se ocupa como tercero de que se cumplan algunas de ellas impidiendo que se comunique algo.
2.1 LA IDEOLOGÍA
Con todo, cualquiera que trata de impedir que se comunique algo no adquiere una identidad censoria. No es un censor, por ejemplo, un joven que no desea que sus amigos revelen que se ha enamorado de una compañera de clase. Esto es así porque el censor no defiende únicamente sus opiniones personales, sino las creencias del grupo que representa o que cree representar en un momento dado. Defiende lo que se ha llamado una ideología. Van Dijk (2000: 54-56) explica su concepción de la ideología con una metáfora: como sucede con las gramáticas de las lenguas, que condicionan los usos particulares de los hablantes, las ideologías son «gramáticas» de las prácticas sociales específicas de un grupo. Les dicen a las personas qué deben pensar sobre distintas cuestiones sociales. Con otras palabras del mismo autor, se trata de sistemas de creencias evaluativas –opiniones– socialmente compartidas por grupos. Facultan a las personas que forman parte del grupo para «organizar la multitud de creencias sociales acerca de lo que sucede, bueno o malo, correcto o incorrecto –según ellos– y actuar en consecuencia» (van Dijk, 1999: 21). Así pues, para que haya censura, es preciso que alguien, por motivos ideológicos compartidos por un grupo, comprenda el respeto a su ideología como una norma que los demás también han de cumplir.
Cuando en 1959 el entonces director de La Vanguardia Española Luis Martínez de Galinsoga interrumpió a un sacerdote que oficiaba la homilía en catalán y no en castellano –la única lengua oficial en la España franquista–, no lo hizo de forma individual, sino arrogándose el papel de defensor de la ideología del régimen político que se encontraba en el poder. Tampoco los patronos cataríes de la empleada que tenía su expresión limitada actuaban de un modo particular, sino respaldados por una ideología de la que participa un buen número de miembros de aquella sociedad.
En cambio, existen casos de prohibiciones o castigos que no parecen ser censorios. No parece un acto de censura basado en una ideología el hecho de que el director de cine soviético Aleksei Kapler fuera detenido en 1943 por haber flirteado con la hija de Stalin