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aquellos días, en Barcelona seguía en plena actualidad el conflicto laboral de La Maquinista, sobre todo después de los novecientos despidos efectuados; en consecuencia, la falta de una solución pactada a corto plazo obligó a las fuerzas del orden a reprimir cualquier conato de manifestación. Esto implicaba el control de todo tipo de asociación sospechosa de colaborar contra el régimen, lo que supuso entre otras acciones la clausura temporal de la Asociación de Amigos de las Naciones Unidas194, auténtico lugar de encuentro de la oposición catalana. Sin embargo, la Comisión Preparatoria de la Asamblea no se sintió afectada por la situación haciendo caso omiso a la presión policial, de tal forma que fue incrementando sus encuentros multilaterales en busca de un acuerdo final. Estas reuniones se fueron ampliando en diversos domicilios para reducir riesgos; así, el despacho de Agustí de Semir en la calle Bruc y el piso de Pere Ignasi Fages en la Gran Vía (entre las calles Bruc y Bailén) fueron los inicialmente utilizados. Después formaron parte en estas primeras rondas de reuniones los despachos de Joan Colominas Puig, Felip Solé Sabarís, Carlos Sampons, Josep Ginovart, Pere Portabella y Mª Antonia Pelauzi e incluso el domicilio de Joan Reventós llegó a utilizarse discretamente en una reunión a la que asistieron unas treinta personas el 23 de febrero de 1971.

      Sin duda, una de las cuestiones más debatidas dentro de la Comisión Preparatoria fue el riesgo que engendraban dichas reuniones por el peligro de ser instrumentalizadas por la Coordinadora y por la poca representatividad que aportaban los asistentes a dichos encuentros, llegando a la conclusión de que estas incertidumbres debían pasar por el poder de decisión de la propia asamblea y por la constante actitud abierta de sus miembros, teniendo como único límite la autoexclusión. Así pues, la primera convocatoria redactada por la Comisión Preparatoria y titulada «Hacia la Asamblea de Cataluña», decía así:

      En resumen, estas reflexiones de trabajo sirvieron para conocer las inquietudes aportadas por los participantes y para conseguir una representatividad popular lo más amplia posible, resultado reflejado en el comunicado final de la convocatoria de la frustrada asamblea del 23 de mayo siguiente, donde destacaban dos párrafos aclaratorios de la intencionalidad de la misma:

      «Nosotros preconizamos la salida no violenta de la dictadura hacia un régimen democrático. Cada vez está más en la conciencia de todos la necesidad de mantener nuestros principios sin ningún tipo de colaboración directa ni indirecta con el régimen. Esto hace que con gran ponderación pero también con una gran firmeza, nos neguemos a cualquier maniobra que represente la continuación de la dictadura.

      Diversas organizaciones políticas participantes en la Comisión Preparatoria expusieron sus programas en busca de soluciones que pudiesen dar respuesta a los diferentes problemas sociales, aunque no tardaron en darse cuenta de que este no era el camino a seguir, ya que desvirtuaría la función

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