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por lo que a simple vista todo indicaba que nada iba a cambiar y la tan esperada abertura pluripartidista deseada por algunos se disolvió al instante.

      Mientras tanto, las sentencias condenatorias decretadas por el Tribunal de Orden Público (TOP) seguían su curso inexorable de colaboración con el régimen, contribuyendo a su mantenimiento mediante el uso de unas leyes que por su carácter represivo huían del mínimo respeto a los derechos humanos. En las provincias vascongadas, cinco sacerdotes recibieron penas de prisión de entre diez y doce años; en Mataró, el primero de julio en una manifestación ilegal realizada en la plaza Santa Ana, fueron detenidos y procesados Antonio Álvarez, Salvador Villena, Juan Montoro, Bartolomé Fernández, Cristina Brullet, Eutiquio Simarro, José Garriga y Manuel Antonio Palacios.

      Por otro lado, el régimen, previniendo los posibles cambios en el poder, obligado por la avanzada edad del dictador, preparaba el cambio tranquilo en la sucesión. Así pues, el 23 de julio de 1969, el príncipe Juan Carlos de Borbón, hijo del heredero de la Corona española, fue nombrado por el propio Caudillo sucesor a la Jefatura del Estado (Ley de Sucesión), movimiento catalogado por el régimen como una instauración y no restauración de la monarquía; mientras tanto, dos días antes, el conde de Barcelona había disuelto su Consejo Privado y su Secretariado Político, de los que formaban parte José Mª Pemán y José Mª de Areilza (conde de Motrico).

      La noticia no fue tan impactante para el pueblo español en general, quizás por esperada, o quizás también por coincidir con el fuerte impacto emocional que supuso la velada del 21 de julio de 1969, donde una buena parte de la humanidad quedó paralizada frente al televisor observando en blanco y negro el primer alunizaje efectuado por los astronautas Neil A. Armstrong y Edwin Aldrin, con el pronunciamiento de aquella frase histórica que decía: «Es un pequeño paso para el hombre pero muy grande para la humanidad», mientras que su compañero Michael Collins les esperaba a bordo del Apolo 11.

      A finales de octubre, Franco dio a conocer el nuevo gabinete gubernamental con tres nuevas incorporaciones, todos procedentes del Opus Dei: Gregorio López Bravo (Asuntos Exteriores), José Mª López de Letona (Industria) y Alberto Monreal Luque (Hacienda). El almirante Luis Carrero Blanco conservaba la Vicepresidencia, mientras que Tomás Garicano Goñi pasaba de gobernador civil de Barcelona (sustituido por Tomás Pelayo Ros) a ministro de la Gobernación en sustitución de Manuel Fraga Iribarne, que junto con José Solís Ruiz salieron del gabinete.

      1. Libertades democráticas: libertad de conciencia, libertad de expresión, libertad de prensa, libertad de asociación, libertad de reunión, libertad de manifestación, sufragio universal y garantías individuales.

      2. Amnistía general, que habrá de afectar las responsabilidades políticas hasta el momento de la promulgación de la amnistía.

      3. Libertad sindical, que significa el derecho de los trabajadores a organizarse libremente, con independencia de los patrones, del gobierno y de los partidos políticos.

      4. Derecho de huelga.

      5. Adopción de medidas inmediatas para mejorar la situación de las masas trabajadoras y para resolver los problemas más urgentes que el país tiene planteados en los aspectos sociales y económicos: enseñanza, política de salarios, sistemas de trabajo, colegiación profesional, asistencia social, sanitaria y de previsión.

      6. Restablecimiento del Estatuto Autonómico de Cataluña del año 1932, como base de partida para que el pueblo catalán pueda decidir libremente su futuro, reivindicando también el derecho a la autodeterminación que tienen el resto de los pueblos del Estado español.

      Sin duda, el punto de inflexión en la actividad unitaria en Cataluña fue la constitución en 1969 de la CCFPC, sobre la base de un programa que ofrecía una alternativa democrática a la dictadura. Desde su fundación esta coordinadora estuvo formada por sectores ampliamente representativos de la oposición democrática catalana, siempre y cuando fueran afines a la identidad catalanista, proponiendo una auténtica alternativa de libertad y de democracia frente al régimen franquista y ofreciendo una positiva perspectiva de futuro.

      Sin embargo, fue en el III Congreso del PSUC, celebrado en febrero 1973, cuando Gregorio López Raimundo en el informe del Comité Central, presentó dentro de su informe general un apartado clarificador sobre la tarea ejercida por la CCFPC a través de sus años de existencia. En el documento se hacía referencia a que las fuerzas

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