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los reyes de España realizaron una visita oficial a Cataluña en plena huelga general de la construcción que afectaba a setenta mil trabajadores y en coincidencia con la finalización del conflicto de la empresa Laforsa que había durado 104 días.84 El viaje sorprendió a todo el mundo, incluida la oposición, y aún mucho más cuando el presidente de la Diputación de Barcelona, Juan Antonio Samaranch, en la recepción oficial ofrecida a los reyes, solicitó un régimen político especial para Cataluña, completado a continuación por el alcalde, Joaquín Viola, que pidió la reforma de la carta municipal. A este respecto, Samaranch dijo: “Y es que, Señor, en estos momentos el pueblo catalán está deseoso de que se reconozca cultural, administrativa, económica y políticamente la personalidad de Cataluña”. El rey respondió al final de su intervención con un sorprendente ¡Visca Catalunya! A continuación, los monarcas visitaron la caserna de caballería de Barcelona con motivo del aniversario de la fundación de la Academia General Militar; allí el capitán general accidental A. Vega Franco sorprendió a los invitados con un discurso en clara alusión a los que “se desvían”, refiriéndose a los que tenían ideas democráticas dentro del Ejército, los militares de UMD, aconsejando la aplicación de tribunales militares o consejos de guerra para neutralizarlos. Este discurso fue censurado incluso por el propio rey.

      El control de los medios de comunicación también sufrían los altibajos de aquellos momentos de incertidumbre. El día 17 se efectuó el secuestro del último extra de la revista satírica El Papus coincidiendo con la militarización de los cuerpos de Bomberos y Policía Municipal de Barcelona que estaban en huelga. Poco después le tocó a Papillon y se levantó el secuestro de Matarratos.

      Mientras tanto, los partidos enmarcados en la oposición moderada se desenvolvían en una actividad frenética de actos y manifestaciones, presentándose ante la opinión pública en una situación de libertad controlada, siendo los partidos y organizaciones radicales de la extrema izquierda y los comunistas los que lo tenían más difícil.

      El 2 de febrero, en un comunicado de la FSC-PSOE, se dejó claro, como ya lo hicieron años antes, su oposición al ingreso de España en la CEE mientras no se obtuvieran previamente la libertad de expresión y de asociaciones políticas y sindicales, así como para los presos políticos y el retorno de los exiliados. A su vez, Felipe González, inmerso en las negociaciones para la formación de la Platajunta y en un cambio sorprendente de estrategia, admitió la existencia de un partido socialista catalán con el que se federaría, buscando en el fondo la unidad del socialismo y de los votos en futuras elecciones, en línea con la actitud de la dirección política del PSOE en Cataluña que era favorable a la unidad socialista catalana:

      Joan Reventós, líder del CSC, respondiendo a la cuestión, afirmó:

      Por otro lado, dentro del juego político, otros partidos de la izquierda moderada intentaban desmarcarse o relacionarse con los dos movimientos políticos todavía en auge que existían en Cataluña: la Asamblea y el CFPC. La Comunión Tradicionalista era una de ellas, desmintiendo su relación con el Consell a causa de su ideario carlista configurado en los postulados de Dios, Patria, Fueros y Rey que era incompatible con ninguna concepción socialista, liberal, fascista, comunista, totalitaria o separatista. Ésta, a su vez se debatía en un enfrentamiento interno entre las dos facciones del carlismo.

      Por una parte, la Junta Regional de la Comunión Tradicionalista había desautorizado al Partido Carlista cuando presentó a Josep Badía como el representante máximo de su partido, y por otra, fue a nivel federal cuando Carlos Hugo de Borbón Parma propuso la ruptura democrática basándose en el socialismo de autogestión global. En esa línea identificadora, fue la representante carlista, Maria Teresa de Borbón-Parma, quien visitó al padre Xirinachs y a los captaires en favor de la amnistía.

      Por aquel entonces se pusieron de moda las llamadas charlas-coloquio, destacando las convocadas por el Club Catalonia. Los

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