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la cantidad de personas que sienten mucha intriga y muchos deseos de conocer más del pueblo huarpe, siento que el porqué de ese deseo tiene que ver con un llamado muy profundo de volver a conectar con nuestras raíces y con las del territorio. Y siento que es ese mismo territorio el que nos está gritando que es momento que conectemos con seres humanos que aún guardan esa información.

      Muchas gracias Silvia R. Lemos por ser canal en este proceso, y gracias al pueblo huarpe por haber resistido hasta el día de la fecha, y podamos colaborar junto a ustedes en la labor de activar su legado, operando con justicia, reparación socio-histórica, cultural y económica.

      Con cariño.

      María Elena Fuertes.

      De la multiculturalidad a la interculturalidad.

      En ocasiones escuché decir que la filosofía devenida de la cultura del latín, Grecia y Roma, son el inicio del conocimiento formal, mal que nos pese a personas utópicas como yo. Entre ella y ellos, un historiador me manifestó, sin tapujos, en la cara, que era una locura des-contemporánea tratar el tema partiendo desde la crítica al colonialismo de tantos siglos atrás…

      Fue entonces cuando me percaté del arduo trabajo que me aguardaba, formalizar y socializar la sistematización de datos para colaborar con una interculturalidad, para trascender lo multicultural o lo transcultural que evite “estandarizaciones monoculturales”; a través del acompañamiento durante los procesos de sanación de memorias, y de visibilizar eslabones perdidos de la herida ancestral, durante los casi 10 años que me tomó el trabajo de investigación de la tesis y posterior escritura de este libro.

      La y los miré en silencio, ante su supremacía de poder científico, y después de darme sus espaldas, me dirigí al jardín de la Academia y coloqué en la Madre Tierra mis manos� pidiéndole sea testigo de esos dichos, invocando los nombres de quienes los esbozaron, pidiendo justicia y fuerzas para continuar un camino solitario, sin fondos económicos ni equipo interdisciplinario, lo pedí al grito de victoria omta-nurum: “Xehuercheyna caye huarpe”…

      En aquel momento, con mi proyecto en mano, esas personas que me dieron la espalda, jamás se imaginaron que, diez años después, lograría no solo hacer entrar por la puerta grande de la Academia el pensamiento espiritual-nurum y político-omta huarpe; sino la intención de terceros a convertirlo en libro. Por ello mi profundo agradecimiento a Fundación Santa Elena Mendoza, quien colaboró en la publicación.

      Pero también quiero agradecer a esos “no”, por encender aún más la vehemencia de mi inquebrantable voluntad, dado que no hicieron más que continuar introduciendo el dedo en la herida de destinos rotos que aún supuran reclamos de justicia. Y si hubieran imaginado que lo lograría, quizá sus negaciones no las hubiera escuchado, porque eso que manifestaron les salió de sus entrañas con poco disimulo político, al verme una persona sin trayectoria dentro de “sus ambientes académicos”. Me subestimaron. Hemos retornado.

      En mi estrategia de no volver a la marginalidad ante cada “no” institucionalizado, hice un cambio de táctica, me quedaba la última puerta de ingreso legítimo al campo de conocimiento científico… la Maestría de Estudios Latinoamericanos. Por lo tanto que se destaque este “gracias” a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo, un gracias emitido por una “mestiza” atrevida que en pleno Pachacuti de retornos, emprendió el desquite histórico de graduarse en la Academia con títulos de grado y posgrado.

      Y así, co-creando con Pecnetao o Pelmetao� me llegó la solidaridad epistémica y fui escuchada. Mi proyecto de tesis finalmente tuvo acogida y comenzó activarse: fueron científicos y científicas que sin sentirse adscriptos/as directos a esta temática, se sensibilizaron con los Pueblos Originarios y me facilitaron trayectos para continuar. Así debe ser la ciencia al servicio de los pueblos� como alguna vez nos inculcó Arturo Roig: ¿puede ser intolerante (disfrazado de neutralidad monocultural), insensible y poco digno/a un científico o científica social latinoamericano/a en un continente con tanta inequidad, discriminación y sufrimiento?

      Por ello, agradezco a mi Director de tesis Dr. Alejandro Paredes, quien colaboró teórica e institucionalmente en construir los puentes descolonizadores; como así también a la Dra. Adriana Arpini y Dra. Paola Bayle. Paciencia, gestión académica y comprensión acompañaron los 7 años de investigación que cargaba esta tesis, al no contar con becas ni honorarios por ser investigadora. Posteriormente y cercana a la fecha de defensa pública, aparece Javier Espósito, quien se solidariza precipitando la publicación del libro, para que no quede guardado en una biblioteca universitaria y llegue a la ciudadanía común.

      Asimismo merecen especial mención quienes me inspiraran teóricamente en la defensa etnográfica política huarpe; me refiero a la Dra. Leticia Katzer, las Sociólogas cuyana Rosa Bustos y la aymara Silvia Rivera Cusicanqui. También a quienes integraron el Tribunal de tesis. Otro agradecimiento al Dr. Diego Escolar.

      Siguiendo la línea de integración intercultural; para abrir caminos de diálogo introduciendo una Sociología primal Abyahuarpe en la Universidad, agradezco en 2011 a la Asociación de Profesionales de Sociología de la Provincia de Mendoza, Secretaría de Graduados de FCPYS-UNC y al CICUNC por colaborar en la concreción de dos Jornadas teórico-prácticas que organicé; invitando a Tolteca de la UNAMéxico Lic. Juan Corneli y el salteño Chasquij Delfor W. Layme formado por amautas, para que disertaran sobre ciencia y pensamiento espacio-temporal de las civilizaciones Náhuatl-Maya e Inka, para esclarecer las versiones populares que se referían, de manera equivocada, acerca de la prospectiva del año maestro 2012, como fin de una era.

      También a mis maestros y maestras del humanismo espiritual ancestral: Consejo de Ancianos/as A.Y.O. Porque se reclama justicia étnica, desde este vuelo de libertad en el sentir, el hacer y el pensar; dediqué mi tesis a la memoria del mito fundante cuyano “Hunuc Huar” y al biocéntrico-telúrico “Hana” y ”Pecnetao” o “Pecne-Madre” como le suelen decir también a nuestra Madre Tierra. Sobre todo a Millcayac Numita y su ceremonia de fuego-luna, y en nombre de ella a todos los y las Nurum del Cuyum.

      Un especial agradecimiento a Anto Barros, Rosita Guardia, Rubén Díaz, Chiqui y Mingo. También al Dr. Sebastián Brizuela. Merecen especial consideración Omta Marcelino Azaguate y Omta Diego Barros, quienes junto a sus comunidades vienen construyendo los puentes de la interculturalidad huarpe.

      Sin más fondos económicos que mis modestos ingresos de horas de docencia, en silencio me dirigía a hemeroteca de la FFYL-UNCuyo, y a las comunidades en busca de las entrevistas etnográficas, y sin quererlo, me sorprendieron con la mejor enseñanza espiritual y profesional de la vida: que la “paciencia” y “tolerancia” también es parte de la espiritualidad, y sobre todo una “cortesía de la inteligencia”. Que “nuestras memorias no pueden ocuparse por mucho tiempo en el rencor ni estancarse en el miedo y prejuicios, sino en honrar y dignificar a nuestras/os ancestras/os”; en lucha política, tal cual nos manifestara Silvia Rivera Cusicanqui, de no caer en un discurso miserabilista que inevitablemente nos llena de frustración, en tanto colonización internalizada; para superar la memoria del lamento, sin trivializar el dolor.

      Por lo tanto, si bien en los primeros capítulos soy muy crítica con la colonización espiritual que se ejerció sobre las y los huarpes históricos, solicito prudencia respetuosa y tolerante para con aquellos/as que profesan la religión católica y sobre todo uno de sus sacerdotes benefactores: Benito Sellito a quien, muchos/as le llevan memoria en su corazón, y no les gusta sean criticados/as. Benito� siempre fue transparente a nivel ideológico, y dijo que su actuar estuvo inspirado en su obra misional de amor a Jesucristo. Si bien esta tesis no parte desde el fundador del cristianismo, no quita se dé a conocer sobre la obra actual de la pastoral.

      Agradezco a las artistas plásticas y de dibujo mendocinas: Nuria Altamira, María Inés Carlderón y María Inés Altamira, por graficar a Omta Ucchuquimini.

      Un agradecimiento por el respeto y cariño de mi segunda familia, conformada por amigos, amigas de mi camino de sabiduría; como así también mención especial a mis estimados/as del Cordón del Plata-Tupungato: Calle los 4, ex Barrio Pérez y Barrio Integración,

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