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mi mano y le gente ve y dice cosas. ¡Entiéndelo! Es mejor así para los dos.

      —Yo no le veo ningún problema, Marina. Con una vez al mes que te tenga entre mis brazos, es como si me cargara de oxígeno para muchas semanas más.

      Marina sonrió halagada y ordenó al niño Jacinto que se sentara con Cruz en una roca junto a un árbol cerca de la orilla del estanque. Ignacio y ella los cuidarían de cerca y así tendrían un poco de libertad para platicar.

      —¡Estense sentaditos ahí, hijos!

      —Chinto se pone muy serio. ¿Crees que sospeche algo? —le preguntó Nacho, mientras le acariciaba los senos por debajo del vestido. Con el pulso de un relojero pellizcaba deliciosamente sus pezones, agrandándolos entre sus atrevidos dedos.

      —No lo creo, Nacho. De todas maneras debemos ser cuidadosos y no hacer nada frente a ellos.

      —Lo sé. Ya se dormirán y entonces vendrá lo nuestro.

      —¡Calla pícaro! Si mi marido lo supiera me mataría con sus propias manos.

      —¡Descuida! Nunca lo sabrá.

      La poza de San Miguel se encontraba enclavada en el fondo de una cañada. Su profundidad era desconocida. Ninguno de los mejores nadadores de El Grande había alguna vez tocado su fondo para contarlo. Había rumores que en el fondo de sus aguas vivía El Chan, un monstruo maligno que los lugareños durante varias décadas juraban haber visto. Su corriente era constante y durante su recorrido había molinos para granos y canales artificiales para llevar agua a los cultivos de las haciendas cercanas.

      —¿Quieren que las haga un columpio niños? —les preguntó Nacho, sacando una larga cuerda que guardaba a un costado de su caballo.

      —Si —respondió Jacinto sonriente.

      El columpio quedó listo y los niños se divirtieron de lo lindo, mientras los enamorados se acariciaban discretamente y se decían cosas que sólo entre ellos entendían.

      Un par de horas después los niños dormían plácidamente bajo la fresca sombra de un sabino. Nacho y Marina aprovecharon para consumar ese encuentro candente que habían postergado desde muchos días atrás. Sin quitarse el vestido, Marina se sentó en la hombría de Nacho, quien permanecía acostado bocarriba, contemplando sus bellos ojos. Marina permaneció sobre él un largo rato, arrancando gemidos de placer al charro de San Miguel, mientras ella contenía los suyos para no despertar a los niños. Solo cuando cayó rendida sobre el pecho de Nacho, él supo que había llegado al máximo placer posible.

      Permanecieron descansando bajo la fresca sombra por un largo rato. La joven pareja sin saberlo todavía, engendraría una hermosa niña que vería la primera luz del mundo a finales de ese mismo año de 1786. El atosigado marido se sorprendería del acontecimiento, sabiendo que aun sin haber casi tocado a su esposa en meses, su fertilidad a distancia había consumado el asombroso milagro.

      (1) “Se suelen sentir dolores vagos en el cuerpo, principalmente en las espaldas, en los costados, y en el pecho, é impensadamente, y por una causa ligera, asalta un recio escalofrio que dura seis, ocho y doce horas, con dolor en la mitad del pecho, ò en algunos de sus lados ó en un costado, y media espalda: ó suele comenzar por una fluxión que ocupa el pecho y los pulmones, ó por un dolor al hombro que va descendiendo hasta fijarse en el costado. A esto sigue calentura aguda con encendimiento de cara y ojos; el pulso en el tiempo de frío se contrae, pero después hace una impresión en las yemas de los dedos fuerte, frecuente, redoble y con llenura: la respiración es acelerada, semejante a la que hace un ejercicio violento; hay tos, que si lleva esputos consigo se llama húmeda, y si es sin desgarrar se llama seca... la cabeza suele abromarse, amodorrarse, ó sentirse incomodada de dolores, ó de vahídos que no permiten levantarla de la almohada. Algunos sienten en el colodrillo un dolor, como si una mano les comprimiera fuertemente el pequeño cerebro.” (Alzate, 1831, p. 137).

      (2) Aunque la mina fue descubierta en 1548, la Valenciana alcanzó sus niveles máximos de producción de 1768 a 1804. En 1760 el joven Antonio de Obregón y Alcocer obtuvo un préstamo del mercader de la mina de Rayas, Pedro Luciano Otero. Durante varios años ambos siguieron invirtiendo en la mina hasta que en 1768 su producción se incrementó de manera considerable. Durante varias décadas la mina de La Valenciana produjo más plata que todas las minas del virreinato del Perú, siendo socios de Obregón, los señores Diego Rul y Otero.

      (3) El 20 de marzo de 1780 el rey Carlos III de España, por sugerencia y recomendación del virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa, le otorgó a Obregón, dueño de la mina de la Valenciana, los títulos de vizconde de la Mina y conde de La Valenciana.

      (4) La ciudad fue fundada en 1542 por el monje franciscano Fray Juan de San Miguel, quien bautizó el asentamiento como San Miguel el Grande. Era un punto de paso importante del Antiguo Camino Real, parte de la ruta de plata que conectaba Zacatecas con la capital de la Nueva España.

      (5) Bartolomé de Medina (1497-1585), fue un metalurgista español, radicado años más tarde en Pachuca, México, donde descubrió el Beneficio de Patio, procedimiento minero para separar la plata o el oro y de otros metales, mediante el uso de mercurio y sales. Su método fue tan exitoso, que en menos de una década, en 1562, sólo en Zacatecas existían 35 haciendas de beneficio por dicho método que permitió explotar minas que por su escasa ley no eran aptas para la fundición.

      (6) El Charco del Ingenio es un jardín botánico y reserva natural localizado a unos minutos del centro histórico de San Miguel de Allende. Está provisto de una gran biodiversidad, sus abundantes especies nativas de flora y fauna se aprecian en el matorral, el humedal y la cañada. Conserva una extensa colección botánica de cactáceas y otras plantas suculentas mexicanas, muchas de ellas raras, amenazadas o en peligro de extinción. Sitio consagrado como Zona De Paz por el Dalai Lama que consta de: Conservatorio de plantas mexicanas, miradores, senderos y vestigios históricos, jardín de los sentidos para niños, zona de acampar, tienda y cafetería; así como de diversas actividades como visitas guiadas, temazcales, talleres, conciertos, ceremonias de luna llena y más.

      2 · Cuando los insurrectos se encuentran

      Que se eduque a los hijos del labrador y del barrendero como a los del más rico hacendado. José María Morelos y Pavón

      Transcurría el año de 1790, y el motivo del festejo no era para menos, el cura don Miguel Hidalgo y Costilla, a sus treinta y siete años de edad, y tras una exitosa carrera de sacrificio dentro de la institución, fue nombrado rector del prestigioso Colegio de San Nicolás Obispo en Valladolid.

      Don Miguel, lleno de orgullo y felicidad, organizó una pequeña reunión para festejar con sus amigos y seres queridos el importante ascenso.

      —Muchas felicidades, padre. Es un honor estar en esta reunión para celebrar su importante ascenso dentro del colegio —comento uno de los invitados, estrechando amistosamente la mano del cura.

      —Muchas gracias por acompañarnos, José María. Tu presencia hace más grato este momento.

      El rector vestía un elegante traje de color negro con chaleco rojo y pantalones holgados. Unas lustrosas botas de color negro soportaban las fuertes piernas del sacerdote. Un sombrero de palma protegía su calvo cráneo ante los embates flamígeros del sol de aquella calurosa tarde en el hermoso jardín, que el cura cuidaba como si fuera el Edén mismo. José María, muy al contrario, vestía un sencillo pantalón de arriero de color café claro, con una camisa blanca de manta. Un paliacate de color rojo coronaba su cabeza. Su rostro afilado de piel morena, con grandes ojos negros bajo dos frondosas cejas, contemplaba con admiración y agradecimiento al cura.

      —Todo un reto dirigir este grandioso colegio, padre.

      Hidalgo saludó con un gesto amistoso a tres invitados que se fueron directo al fondo del jardín.

      —En cierta manera ya lo vengo haciendo desde hace tres años que fui nombrado

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