Аннотация

"Un gesto advertido por azar en un transporte público —dos chicas uniendo sus pulgares para competir por la pestaña de la suerte— desata en Sara la evocación de ese mismo juego repetido a lo largo de su vida. Es el punto de partida para que, paradójicamente, la protagonista se detenga sobre aquello que, aún desprendido, sigue haciéndose sentir. Los nadies de la luna nos invita a componer o recomponer una constelación de retazos dispersos hechos de recuerdos, asociaciones, intertextualidades, historias que se abisman. La operación «rescate y reconstrucción» empieza por la protagonista, una llorona profesional de entierros ajenos, quien, a causa de una singular patología, deberá reunir lo que su cuerpo va dejando en el camino. Los nadies de la luna está hecha de destrezas narrativas; su autor es hábil para componer a contrahilo sobre la superficie del relato. Un toque de absurdo bisela los bordes y desvía el sentido. El humor y la ironía provocan. Sin embargo, un regusto íntimo y poético decanta cuando menos lo espera el lector. Los personajes de esta novela gravitan en torno a la protagonista formando pares de relaciones simétricas y asimétricas a la vez. El poder y la hermandad, lo posible y lo imposible, se cruzan y sacan chispas. Como las palabras. El lenguaje llega lejos de la mano de Nicolás Lavagnino. Quizás hasta la luna" (Bea Lunazzi).

Аннотация

Entre muchas otras cosas, un género literario es una reacción. Un efecto de lectura. La invención de un género, entonces, tiene que también inventar sus consecuencias, los espasmos específicos en sus lectores. Esa es la operación que Nicolás Lavagnino realiza en este libro de relatos tan preciso como fabuloso que es La comedia sueca. Las historias son múltiples: enanos en redes bancarias, viajes al pasado en busca del punto cero del amor, mudanzas de cuerpos, la textura de una placa infinita bajo la playa, los ojos exoplanetarios con los cuales unos formales seres nos observan, grandes maestros copistas que optan por la catapulta, el final siempre acuático de una investigación y sus investigadores. Historias inmensas, amplias, sobre las que Lavagnino imprime su invención sueca: tabula rasa sobre la emoción. Esa es la marca sueca. Los personajes sufren o se contentan o hasta pueden, quizás, ser felices. Pero sus reacciones quedan detrás de las palabras, oprimidas, omitidas, y los acontecimientos no dejan de ser nunca acontecimientos: no hay traducción entre lo que ocurre y lo que se siente. Y ante la peor tragedia nos quedamos así, como si nada, porque en este sentido la humanidad entera tiene pasaporte sueco. Los relatos de este libro inventan y a la vez ponen en práctica este nuevo género que es la comedia sueca. Por mi parte, imagino así esta invención de Lavagnino: un volcán en erupción, tapiado con infinitas capas de un cemento hermoso, nacarado, exacto, y meticulosamente compuesto de un lenguaje que brilla.