Аннотация

Yo escribí para enseñarme a leer, anota Daniel Guebel en este libro donde revisa uno por uno los que escribió hasta hoy. De Occidente a Oriente, del Quijote a Las mil y una noches, la biblioteca personal es una clave para entender de qué está hecha su escritura, cómo se llega a tener un estilo, una voz, un tono propio, una sintaxis, a dar con una peripecia literaria. La ilusión de la luz también forma la trama que brilla en las palabras. Pero la escritura y la lectura están cosidas por dentro, forman un argumento consistente que va detrás de un resplandor, de una sensualidad que persigue una forma, un dejo de melancolía o de incompletud, que guarda su sentido en el corazón de la obra.

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Sin cosmética. Una mujer se mira en las bibliotecas de su vida a lo largo del tiempo. Una mujer de izquierda que desnaturaliza todos los mandatos, las ausencias de las escritoras en los programas de estudio o las instituciones literarias. Una mujer que se pronuncia a favor de las minorías culturales y se reconoce en ellas, que indaga los mecanismos de dominación y de control, los efectos culturales de las dictaduras, a un lado y al otro de la cordillera. Es una escritora chilena que lleva el nombre de una perra o de una flor: Diamela Eltit, la misma que en este libro remueve las capas profundas de tantas lecturas que la constituyen. Sin poses, sin establecer jerarquías, hasta calar lo más real de sí misma y de la época.

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María Cristina Forero/María Moreno. En el principio fue el nombre, el barrio de Once, el conventillo repleto de historias, la voz proliferante de la abuela analfabeta y de la madre ansiosa que enseña a estudiar para el diez. En ese pasado hay tangos, radioteatros, libros prohibidos, maestras que maltratan, corazones vencidos. Hay una niña freak y proletaria que conoce bien las tretas para evitar el terror de leer en público. Así la autora persigue los traumas, alumbra las peripecias de un cuerpo en sus marchas y desvíos por el camino de las redacciones, la política y el feminismo. Hasta encontrar la propia voz, hasta dejar caer todas las máscaras que encubren los nombres.